Rashida lleva años trabajando como empleada de hogar transfronteriza en un domicilio caballa, pero el 13 de marzo de 2020, con el cierre de la frontera del Tarajal, su vida dio un vuelco. Desde entonces, ella, como los centenares de trabajadores fronterizos viven ahora son trabajadores irregulares. 

“Nosotros llevamos aquí un año y medio encerrados, sin poder salir ni a Marruecos ni a la Península para ir a nuestro país. Estamos en el limbo, no podemos hacer nada, estamos atrapados”, explica Rashida, ejerciendo de portavoz en una nueva concentración ante la delegación de Gobierno para pedir una solución a su compleja situación. Se quedaron para no perder su trabajo y ahora temen marchar y perder su condición de transfronterizos y no poder volver a entrar en Ceuta. “Gracias a dios, la gente con la que estamos trabajando nos están ayudando, nos están echando una mano, si no hubiéramos estado en una situación muy mala".

Son apenas medio centenar, casi todas mujeres salvo media docena de hombres. Pero son solo los que están, son mucho más. “Hay gente que están cuidando a gente mayor que no pueden salir, hay gente que están cuidando a niños, hay gente que que están cuidando a inválidos que no pueden dejarlos solos….”, explica. Sus trabajos son los más ingratos, muchas de ellas empiezan como empleadas de hogar y acaban como cuidadoras

“Estamos reunidos aquí para ver si alguien nos puede echar una mano para resolver nuestros problemas, nosotros no estamos pidiendo nada, derechos humanos que pueda tener cualquier persona”, alega, “algunos casos superan los 30 años trabajando aquí, cotizando aquí, pero sin derechos. No podemos empadronarnos aquí, no podemos tener muchos derechos que puede tener cualquier persona normal”.

El mensaje conciliador de Mohamed VI zanjando la crisis diplomática con España y abriendo una etapa “inédita” de cooperación les llena de esperanza. Confían en que sea una señal para el optimismo, pero no tienen claro cuál será su papel en esa nueva frontera, cuando se abra. “Pedimos que se regularice nuestra situación para poder movernos, tener libertad de movimiento a ver si alguien puede hacer algo por nosotros. No se ha acabado el Covid pero por lo menos la gente está yendo y viniendo y nosotros no lo podemos hacer”.