La Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras (FECCOO) de Ceuta sigue, con una vocación contracorriente, resistiéndose a resignarse a ser un sindicato-gestoría. El sindicato ha puesto en marcha este miércoles en el Campus un ciclo de seis sesiones coloquios bajo el título ‘La Educación a debate y reflexión’ que se desarrollará con periodicidad mensual a lo largo del presente curso y que ha dedicado su primera jornada a la inclusión, un reto, un "problema de todos", cuya consecución, en medio de una evidente falta de medios y recursos, incumbe a la administración y a los docentes, pero también a las familias y al conjunto de la sociedad.

"¿Utopía o realidad?", se ha preguntado la central retóricamente en una cita que ha moderado Juan Luis Aróstegui y que ha contado como ponentes con la responsable del Gabinete Psicopedagógico de la UGR en el Campus de la ciudad, Beatriz Pedrosa; con el el orientador y exasesor de Atención a la Diversidad de la Dirección Provincial del Ministerio Joaquín Guzmán; y con Isabel Pino, educadora social, antropóloga y coordinadora de la asociación ‘Autismo Ceuta’.

Entre los asistentes han estado la directora provincial de Educación, Yolanda Rodríguez; uno de sus antecesores en ese mismo cargo, Javier Martínez, que se ha sumado con entusiasmo a la discusión ("en Ceuta inclusión debe ser no segregación", ha resumido); la decana de la Facultad local de Educación, Economía y Tecnología de la UGR, María José Aznar; y la secretaria general de FECCOO en la ciudad, Lorena Díaz. También docentes en ejercicio y estudiantes que se preparan para serlo.

Pedrosa, que además de teórica (es  profesora de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación) suma millas de práctica a pie de aula en entornos complicados como el granadino de Pinos Puente, ha asumido la responsabilidad de delimitar el terreno de juego, la escuela inclusiva, que ha descrito como aquella que “adapta los procesos de aprendizaje a cada individuo con el fin de que pueda alcanzar su máximo aprovechamiento” con independencia de que tenga unas necesidades especiales, específicas de apoyo u otras.

El suyo ha sido un mensaje de autocrítica y empatía, optimista y de superación. Agudo y motivante. “Hablar de inclusión cuando tenemos ratios tan elevadas como las actuales en esta ciudad es complicado”, ha advertido Guzmán, a quien ha rebatido que "nada es fácil, pero si nos encontramos un obstáculo hay que buscar la forma de superarlo y seguir avanzando”.

Básicamente, el foro ha coincidido en que no, no tenemos un sistema inclusivo. No todavía, al menos, por muchos factores. Guzmán ha opinado que las leyes sirven, que lo hicieron cuando parte de la sociedad rechazaba escolarizar con el resto al alumnado que entonces se denominaba “subnormal” y que también pueden hacerlo ahora para implementar en la realidad los principios de la LOMLOE.

Pino ha criticado que “la legislación que tenemos es muy buena, pero no sirve para nada porque quienes la redactan no ponen después los medios y recursos necesarios para llevar sus principios a la práctica”. La educadora ha apelado a ponerse en la piel de todas las familias, tanto de las que tienen miembros con necesidades especiales (no sólo de diversidad funcional) como del resto. “Este es un problema de todos”, ha avisado.

Según su experiencia, la progresión de alumnado con trastornos del espectro autista es “alarmante” y en 2019 ya sumaba un 5% del total. “En ‘Autismo Ceuta’ atendemos a más de cien niños con TEA y ya tenemos cinco aulas específicas en Primaria y dos en Secundaria, aunque yo las veo como segregación más que como inclusión por falta de recursos, de formación específica”, ha lamentado. Guzmán ha defendido que determinadas adaptaciones curriculares significativas pueden estar justificadas, pero Pedrosa ha contrapuesto que todo el alumnado debe tener la oportunidad de aprender y hacer lo mismo.

“Con los medios que tenemos la inclusión todavía es una utopía y actualmente estamos tomando medidas que excluyen”, ha coincidido con Pino desde la certeza de que la clave para avanzar de verdad es la introducción de otras metodologías docentes. Martínez ha respaldado esa posición al hacer hincapié en que “las comunidades de aprendizaje podrían ser una medida magnífica para todos los centros de la ciudad si se extendieran experiencias como las implantadas en los CEIP Vicente Aleixandre o Ramón y Cajal”.

La reflexión ha incluido también una apelación expresa a los docentes para que muestren predisposición al cambio y a la adopción de metodologías alternativas, “algo que no quiere decir que el alumnado vaya a aprender menos o sus resultados empeoren, sino todo lo contrario, según apuntan múltiples estudios”. “Nuestro sistema no está dando cobertura a la diversidad, pero está en nuestra mano avanzar porque dificultades siempre vamos a encontrar”, ha concluido Pedrosa.