HISTORIA DE UNA OFICINA

La billetería de la ciudad sin tren desde la que se planteó cambiar Gibraltar por una locomotora

La billetería de la ciudad sin tren desde la que se planteó cambiar Gibraltar por una locomotora
Rafael Atencia a la puerta de la oficina de venta de billetes de Renfe, en la Plaza Vieja. /A.I.
Rafael Atencia a la puerta de la oficina de venta de billetes de Renfe, en la Plaza Vieja. /A.I.
Fundada por el cordobés Antonio Atencia hace 84 años, la oficina de la Plaza Vieja sobrevive, envuelta en nostalgia, bajo el mando de su hijo Rafael, al pie del cañón a los 75: "Seguiré mientras la cabeza aguante"

Hay dos capitales españolas en el continente africano en las que uno no puede coger un tren. La que más cerca está de la Península, Ceuta, conserva en su Plaza Vieja la billetería que un cordobés, Antonio Atencia, fundó hace 84 años y que ahora regenta su hijo Rafael (de idéntico apellido) a sus 75. Un espacio envuelto en la nostalgia desde el que un día se llegó a negociar la permuta de la soberanía de Gibraltar por una vieja locomotora.

Rodeado de papeles y archivadores, en la parte trasera de la oficina que sigue forrada con los mismos listones de madera que cuando era niño, Rafael Atencia -jersey verde, camisa, bigote- ocupa su tiempo con el papeleo. Dice que el trabajo ahora es "algo monótono", aunque todo lo compensa el bonito recuerdo de una vida entre esas paredes, con su padre y hermanos -"todos ya fallecidos"- expidiendo billetes sin descanso.

Fue hace 84 años cuando el funcionario cordobés de Renfe fundó la oficina. Antes ya le habían destinado al norte de África, donde se casó y formó una amplia familia. A su hijo Rafael siempre le regalaba "un tren por Reyes" y con él llevaba siempre a sus vástagos cada vez que había la posibilidad de hacer un viaje en ferrocarril. "Hacíamos el recorrido de Algeciras a Madrid. Se llegó a llamar 'Ceuta-Algeciras-Madrid' porque él lo exigió", recuerda.

Juntos iban "a ver a los directivos de Renfe a la capital". Lo hacían casi siempre "en coche cama", en aquellos antiguos vagones "que eran una maravilla".

Los hermanos Atencia junto a su padre durante un viaje a Madrid.
Los hermanos Atencia junto a su padre durante un viaje a Madrid.

La delicia de una familia que, residiendo en Ceuta, no tenía a mano la opción de moverse sobre vías. Lo que les quedaba era su oficina, siempre repleta de fotos de locomotoras y adornada también con un antiguo reloj de estación.

Una de las grandes historias de la billetería tiene precisamente que ver con el capricho del gobernador de Gibraltar por el viejo tren, expuesto en la antigua estación ceutí, que hacía la conexión con Tetuán. "Un día llamó aquí al teléfono de la oficina y preguntó si era posible comprarlo. Mi padre, ni corto, ni perezoso, le dijo: 'Venderlo no lo vendemos, pero lo cambiamos por la soberanía de Gibraltar'". "Esto es verídico", insiste el ahora dueño de la expendeduría de tiquets.

Rafael Atencia en su despacho de la oficina de venta de billetes de Renfe, en la Plaza Vieja. /A.I.
Rafael Atencia en su despacho de la oficina de venta de billetes de Renfe, en la Plaza Vieja. /A.I.

Eran tiempos dorados. Cuando había tantos militares en Ceuta y los medios de transporte no habían alcanzado el desarrollo actual, que a cada cuartel acudía con frecuencia un miembro de la oficina para gestionar los billetes de "los permisos, las vacaciones, las jubilaciones o los licenciamientos". "Era imposible tenerlos aquí a todos esperando la cola", abunda Atencia sobre aquello.

Por el local, durante la mañana de este lunes van pasando a cuenta gotas unas pocas personas. La mayoría no compra billetes de tren, sino de barco, helicóptero o combinaciones de varios transportes. Entre cliente y cliente, el propietario se entretiene con la contabilidad, en lo que destila maestría, o al menos así se lo dice quien pasa por allí: "Aquí aprendí más que en la carrera", le espeta una mujer, antigua trabajadora de la billetería, que acude a asistirle en un trámite.

Rafael Atencia a la puerta de la oficina de venta de billetes de Renfe, en la Plaza Vieja. /A.I.
Rafael Atencia a la puerta de la oficina de venta de billetes de Renfe, en la Plaza Vieja. /A.I.

Con setenta y cinco años no se plantea el retiro, "mientras la cabeza aguante". Sus hijos, dos, uno fisioterapeuta y la otra directora de un colegio, no le tomarán el testigo. "Esto da poco", subraya, feliz, aún así, apurando hasta el último momento en el pequeño espacio de la Plaza Vieja que ha marcado su vida.

La billetería de la ciudad sin tren desde la que se planteó cambiar Gibraltar por una locomotora


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