ARQUITECTURA

Casa Acevedo: el 'ocaso' de una obra arquitectónica señera con más de un siglo de historia

Casa Acevedo: el 'ocaso' de una obra arquitectónica señera con más de un siglo de historia
Casa Acevedo, en septiembre de 2022
Casa Acevedo, en septiembre de 2022

El inmueble, del que es propietaria la Ciudad Autónoma, se encuentra en estado semirruinoso


Aunque quizá no por su nombre, casi cualquier ceutí de a pie -sobre todo, aquellos que ya tengan cierta edad- conoce Casa Acevedo. Situado en el número 4 de la calle González de la Vega, junto a la célebre Cafetería Apolo, se trata de una obra arquitectónica que cuenta en su haber con más de un siglo de historia (no precisamente exenta de polémica, dicho sea de paso).

El edificio fue construido a principios del siglo XX por orden de Juan Acevedo Ponce, un (entonces) conocido comerciante local que, en la época, llegó a ostentar cargos de suma relevancia, como el de presidente de la extinta Cámara Agrícola y el de concejal del vetusto Ayuntamiento de la ciudad.

El inmueble en cuestión tiene una altura de cuatro plantas. La persona que se hizo cargo de su diseño fue Santiago Sanguinetti, arquitecto de origen rondeño cuyo nombre está indivisiblemente ligado al estilo modernista. Sanguinetti dotó a la fachada de vistosos adornos que realzan los forjados de sus espaciosos balcones. De su interior, destaca también la forja de la barandilla de la escalera, en la que son protagonistas brillantes azulejos con motivos vegetales.

Desde su creación, la edificación fue utilizada como negocio y vivienda familiar por parte de los Acevedo hasta que, en 1986, los herederos del clan ofrecieron su venta al consistorio por 25 millones de pesetas. La transacción se consumó a finales de ese mismo año tras el visto bueno del socialista Francisco Fraiz, quien justificó su compra alegando que la estructura podría ser usada para fines culturales "una vez quedara libre de arrendatarios".

Pero, como suele decirse, del dicho al hecho, hay un trecho. La Ciudad instaló algunas dependencias propias en los bajos del lugar. Posteriormente, las viviendas fueron aprovechadas para alojamientos de emergencia y de familias -principalmente, mujeres- en situación de vulnerabilidad. Y, así, hasta nuestros días.

En la actualidad, el edificio se encuentra en estado semirruinoso como consecuencia de su patente falta de mantenimiento. La fachada se halla parcialmente cubierta por una gigantesca lona, colocada al objeto de prevenir posibles desprendimientos. La herrumbre, el polvo y las telarañas dominan la puerta de entrada; el portero automático no funciona; la pintura está desconchada; el rellano, por su parte, parece sacado de una película de terror dada la total ausencia de luz eléctrica.

Casa Acevedo, en septiembre de 2021
Casa Acevedo, en septiembre de 2021

El estado de la estructura es tal que, en el año 2008, EMVICESA se planteó ejecutar su demolición. En la otra cara de la moneda, diversas asociaciones dedicadas a la defensa del patrimonio han solicitado su restauración en repetidas ocasiones. Lo cierto es que, a fecha de hoy, el lugar es un auténtico 'enjambre' de okupas. Algunos comerciantes locales llevan años quejándose de la actitud de estos últimos. "Ponen música a toda pastilla sin importar la hora que sea", decía uno. "Están constantemente peleándose y gritando", aportaba otro.

Entre tanto caos y desidia, se encuentra un vecino de 83 años de edad. Este último es inquilino legal (no okupa) del 2º B desde febrero de 1996, una década después de que el ente público se hiciera con la titularidad de la propiedad. Ciertamente, este residente -que convive con su hija menor y con su nieto-  lleva largo tiempo atravesando un verdadero calvario.

La hija mayor de este nos relató con todo lujo de detalles la situación en la que se encuentran su padre, su hermana pequeña y su sobrino dado el deficiente estado de conservación de todo el bloque. "Es una injusticia total", arrancaba. "Llevan años sufriendo derrumbamientos de todo tipo", agregaba.

El primero de los referidos derrumbamientos se produjo a principios de 2019. Entonces, parte del techo de la cocina se vino abajo. "Recibimos una carta de EMVICESA que venía a decir que no había dinero para hacer arreglos", comentaba la mujer.

Tiempo después, sucedió lo mismo en el cuarto de baño. "Los desperfectos fueron enormes; se rompieron el lavabo, el bidé y el retrete. Mi sobrino, que se estaba duchando en aquel momento, tuvo que salir de ahí a toda prisa", narraba la hija del arrendatario. En aquella ocasión, los daños se enmendaron, sí, pero... "Hicieron una chapuza, porque, a los seis meses, volvió a ocurrir", señalaba la misma, a lo que agregaba: "Caía tanta agua del boquete que, un día, mi padre se resbaló y se rompió la nariz".

La hija del anciano inquilino nos contaba que su familia lo está pasando "muy mal". "Viven con el miedo de que se les caiga un trozo del techo en la cabeza", destacaba. Y es que, a pesar de la insistencia, la Administración subsana los desperfectos "de aquella manera o, directamente, no los arregla".

La situación de la vivienda es tal que, a día de hoy, los convivientes no pueden acceder a la cocina. "Los bomberos nos han dicho que no podemos entrar, por lo que tuvimos que sacar la nevera y poner un microondas en el comedor para calentar la comida", aseguraba la mujer , para añadir: "Estamos dispuestos a interponer una denuncia contra la Ciudad Autónoma, porque la situación es completamente insostenible".

Casa Acevedo: el 'ocaso' de una obra arquitectónica señera con más de un siglo de historia


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