La Fundación Gallardo lo ha vuelto a hacer: tras un año en absoluto barbecho, la entidad ha llevado a cabo este 25 de noviembre de 2023 la que ha sido la octava edición de su tradicional 'Potajá solidaria'. Tal y como marcan los cánones, la organización ha hecho este soleado sábado de su propia sede escenario de un populoso tapeo cuyo fin último pasaba -como siempre- por recaudar fondos.

Las puertas del lugar se abrían transcurridos apenas dos minutos de la una en punto de la tarde. Poco antes de las dos y media, la improvisada terraza presentaba un lleno casi absoluto; no cabía ni un alfiler. El frío y la humedad no han sido impedimento alguno para los muchos comensales -usuarios o no- que han encontrado en el evento un plan de sábado cercano a la perfección.

Pese a que la mayoría de los asistentes tenía entre ceja y ceja llenarse la tripa hasta reventar, había quien solo quería disfrutar de un agradable rato en compañía de sus allegados. Cerveza en mano, los participantes iban encontrando acomodo allí donde hubiera sitio: en la barra, en las mesas, de pie, en un banco... Eso sí: siempre al sol.

El menú del día ha sido básico a la par que efectivo: montaditos, tortilla de patatas, caldo, empanada, carne a la moruna... Aun siendo la oferta bastante amplia, la palma se la han llevado los callos. Han tardado lo suyo en hacerse, sí, pero la espera ha merecido la pena. El recibimiento ha sido tal que, a las tres, no había quien no tuviese un plato en la mano (en serio, no lo había). Para mayor gloria de todos los tapeadores de pro que han concurrido a la cita, el precio de las raciones era de tan solo dos euros, por lo que la economía no ha supuesto, en absoluto, problema alguno.

Los amantes del dulce también han encontrado en el banquete un pequeño momento de plenitud. Las torrijas -rellenas o al estilo tradicional- y el arroz con leche bien han hecho las delicias de los más golosos, quienes, a pesar de lo copioso de la comida, han logrado imponerse a la anatomía y encontrar hueco para seguir alimentándose.

La iniciativa persigue un objetivo claro: recaudar dinero para sufragar el programa de "terapias innovadoras" que Gallardo dispensa en su devenir diario a personas con enfermedades neurodegenerativas tales como el Alzheimer o la demencia senil. Además de hacer caja, la organización aprovecha la coyuntura para acercar a propios y extraños a su encomiable labor para con la ciudadanía caballa.

Por fortuna, el grado de aceptación de la 'potajá' suele ser mayúsculo; la idea de la Fundación es, por norma general, bastante fructífera en lo económico, aunque "siempre hay mucho trabajo detrás". Sea como fuere, no ha habido edición en la que el esfuerzo de la entidad no se haya visto recompensado. "Queremos que esto sea un día de alegría y de disfrute para todos", revelaba Jesús Perea, gerente de Gallardo, quien tiene claro que el tapeo "ya se ha convertido en una tradición".