REPORTAJE

Historias del sector primario (I): León, el marinero cuyo abuelo naufragó; Ternadas, el futbolista de la mar

Historias del sector primario (I): León, el marinero cuyo abuelo naufragó; Ternadas, el futbolista de la mar
Pescadores en el muelle durante la preparación para la Almadraba.
Pescadores en el muelle durante la preparación para la Almadraba.

Dos caras de la pesca ceutí relatan su experiencia vital en la primera entrega de relatos sobre el sector primario ceutí: "Me hundí pescando pulpos en Marruecos cuando tenía solo quince años"


Son las diez y media de la mañana y tras la verja del muelle pesquero un grupo de hombres de la mar ya se encuentra inmerso en la preparación de la faena que vendrá. La pesca de la almadraba. Dejan lista la barca y las redes mientras charlan, paran de vez en cuando y sienten el sol sobre la piel curtida. Van vestidos de faena, llevan allí muchos años y los que les quedan. Estas son sus historias, las de dos pescadores que inician esta serie de ceutaldia.com sobre las caras detrás del exiguo sector primario de Ceuta.

Hami León.
Hami León.

Hami León, de cincuenta años y vecino del morro, lleva como casi todos los que le acompañan en el trabajo una gorra, para taparse del sol. Cuenta que uno de sus abuelos fue marinero y murió en la mar ahogado. "Fue en el naufragio del famoso 'Lobo Grande'". Tiene claro que a él no le hubiera gustado que se embarcara: "Estaba al paro y no me quedó otra", aclara.

Con una familia que alimentar, León se levanta temprano cada mañana. Hoy toca continuar con la preparación de las redes, las que luego calarán "como una trampa" para pescar el preciado sustento. En unas semanas tendrá que volver a echarse a la mar, "entre las seis y las ocho de la mañana" a buscar fortuna. Compartirá sobre cubierta con sus camaradas horas infinitas, pero reconoce que le ha cogido el gusto: "No me veo en otro sitio, aunque si me ofrecieran algo mejor económicamente tendría que cogerlo por los de mi casa", puntualiza.

Pescadores en el muelle durante la preparación para la Almadraba.
Pescadores en el muelle durante la preparación para la Almadraba.

Por detrás de él pasa un compañero. Le dice que no cuente mentiras. Bromean y León ya vuelve a la charla algo desconcentrado. "Esto te tiene que gustar, porque sino...", prosigue, dando por hecho que su legado como marinero no lo seguirá su progenie. "Tengo dos hijas, pero no lo veo. Normalmente, el que trabaja en la mar no quiere que sus hijos se metan en ello. Es duro", añade él, que sabe de lo que habla, pues "cuando termina la Almadraba" le toca subirse a una de las pocas embarcaciones que ahora mismo salen en Ceuta a hacer la "salvaje pesca del atún".

Tiene sensaciones encontradas. Reconoce que la pesca en la ciudad "ya no es ni de lejos lo que era". Cada vez quedan menos barcos. Tampoco han sobrevivido las conserveras y, a pesar de sentirse "valorado por la sociedad", echa en falta algo de apoyo de "los mandatarios".

Acaba la frase y le llaman. Hay que volver al tajo. Pasa por el confesionario el siguiente marinero.

José Ternadas.
José Ternadas.

Es José Ternadas. Tiene 62 años, lleva una gorra de Trace y, como su predecesor en la charla, llegó a la pesca de rebote. "Estuve en una empresa de cartones de palés, en la obra de un restaurante...en muchos sitios", cuenta él, que también fue futbolista. En concreto, "lateral izquierdo en el Club Deportivo O'Donnell". Acabó al final, hace ya dos décadas, en la Almadraba.

Al principio se mareaba, un grave problema para el marino, pero consiguió acostumbrarse. De pesca, ya sabía. "Solía ir con mi primo cuando tenía quince o dieciséis años, porque el colegio lo dejé en sexto".

No le disgustaba aquello y siendo adolescente decidió montarse en un barco que se dedicaba a pescar pulpos en Marruecos. Aquella sería su experiencia más cercana a la muerte. "Entró una borrasca y perdimos el timón. Salimos guiándonos con una llave inglesa y dimos con una patera con la que conseguimos llegar a la costa. Todo estaba a oscuras, en mitad de la niebla, hasta que de repente vimos la luz".

José Ternadas en el muelle pesquero.
José Ternadas en el muelle pesquero.

Muchos años después volvería a aquella vida, la de salir a ganarse el pan sea cual sea el estado de las aguas. No lo pasa mal. Cuenta que cocinan pescado fresco cada día, aunque el dice no tener mucha mano y en casa suele preparar cosas sencillas.

Ya pasan de las once de la mañana y el hambre empieza a apretar para él, pero con más ganas incluso espera la jubilación. Le quedan "unos tres años". Luego espera dedicarle el tiempo a su familia, "salir de paseo por ahí y estar con ellos". Dejará atrás entonces una actividad que un día fue medianamente puntera en Ceuta. Que dio trabajo a muchos y ahora no lo da a tantos. Que gusta a quienes la practican, pero que nadie quiere para sus hijos.

¿Es el final de los lobos de mar?

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