Dicen que solo muere aquel que cae en el olvido, que no es la muerte quien quita las almas, que nadie muere por el solo hecho de ser enterrado. UGT parece llevar a rajatabla todas esas máximas. Prueba de ello es su constancia: el sindicato oficia cada año durante el transcurso de estas mismas fechas un homenaje a quienes perecieron en el marco de la más temprana represión franquista, un gesto que se presta a necesidad vistos los derroteros por los que actualmente transita el mundo que conocemos.

Sucede cada 14 de abril. Da igual que haga frío, da igual que llueva, da absolutamente igual que truene; hay que hacerlo: los ugetistas se sienten en el deber moral de recordar a “todos esos compañeros que fueron asesinados por defender los valores de la república”. Incluso cuando esta parecía ya más que abocada al fracaso, la libertad, la justicia y la democracia estuvieron más presentes que nunca.

El escenario ha vuelto a ser el de siempre: el cementerio de Santa Catalina. Allí, en la parte alta del camposanto civil, junto a la fosa común en la que yacen los restos mortales de decenas de ceutíes injustamente ajusticiados, se han dado cita este soleado domingo los herederos de ese pensamiento progresista surgido en España tras el derrocamiento de Alfonso XIII.

El modus operandi también ha sido el de siempre: flores. Antes, mucho antes de personarse en el lugar la plana mayor de la central, un sindicalista de nombre Juan Francisco Vega sostenía ya entre sus manos un ramo de vistoso grana. Llegadas las diez y media, hacía acto de presencia el único descendiente con vida de los escoltas personales de Sánchez-Prado: Alfonso González Ojeda.

Su dificultad para andar era más que palpable, pero ni siquiera eso le ha impedido hacer aquello que acostumbra a hacer siempre que puede: honrar a sus compatriotas caídos. La primera parada ha sido, precisamente, el monolito que hace las veces de fosa común. Sobre cada lápida, una rosa. “En memoria de nuestros compañeros militantes de la UGT asesinados por defender la libertad. Las personas no mueren; sus ideas perduran”, reza una de las esquelas allí presentes.

No solo los ugetistas muertos en tiempos de Franco han recibido el tributo de rigor; también ha habido flores para otros dos históricos: Pepe Mata y Juan Salvo. A ellos, la Unión General de Trabajadores ha dedicado un pequeño espacio de tiempo en medio del silencio y la quietud tan propias del cementerio.

Decía Juan Carlos Pérez que lo único que hicieron todos los hoy recordados fue "defender la libertad, la democracia y el Gobierno establecido". "Creo que esto que hemos hecho es algo muy importante", incidía el secretario general de UGT en suelo caballa, que atisba en nuestros días "una pérdida de derechos muy importante". "Debemos permanecer unidos para luchar contra los gobiernos de ultraderecha", concluía el líder sindical.