Ha dejado de caer mucha, muchísima agua, pero no toda la que debería. El garaje que hay bajo el firme de la calle Cervantes ha comenzado a recuperar su estampa habitual, aquella anterior a la rotura de la tubería de servicio que abastece a la zona. Sin previo aviso, ACEMSA ha reparado la fuga que provocó que los niveles inferiores del lugar luciesen casi anegados. Al parecer, no hacía falta sacar nada a concurso público; bastaba con poner un simple parche y a otra cosa.

Tras los trabajos, el área de Medio Ambiente ha confirmado que el líquido que se estaba perdiendo "era agua potable". En el transcurso de las últimas semanas, se han ido por el sumidero (literalmente) varias decenas de litros, pero no importa; los gastos derivados del contratiempo se sufragarán -como siempre- con cargo al bolsillo del contribuyente.

Dentro del inmueble, ya no quedan charcos; casi todo está prácticamente despejado. Casi todo, pero no todo. Lo que todavía sigue ahí -sin arreglar- es la otra fuga, la que hay en algún punto de Amargura, la calle por la que se accede directamente a la cochera. En este caso, no es suficiente con taladrar el suelo y colocar masilla; hay que levantar todo el asfalto.

El pasado 16 de enero, la Administración local explicó que la acometida y las tuberías que discurren por la vía "son antiguas" (de ahí, la supuesta necesidad de llevar a cabo una obra casi faraónica). Lo que también dijeron desde el Gabinete de Juan Vivas es que, "sin la actuación prevista, no puede haber reparación". Ayer -martes-, el Ayuntamiento matizó que "no se trata de reparar nada", sino, simplemente, de "renovar la red de saneamiento".

Sea como fuere (haya o no arreglo como tal), los trabajos no van a ser cosa de un día; su licitación, mucho menos. El Ayuntamiento asegura que, a fecha de 24 de enero, "se está en fase de culminar los procedimientos", lo que viene a significar que el hecho de que no haya aún obras a la vista se reduce a una cuestión meramente burocrática. Quizá (y solo quizá), podría haberse recurrido a la vía rápida. Aunque eso, claro, le habría supuesto al Gobierno un buen puñado de críticas por aquello de las adjudicaciones a dedo.

Mientras el Ejecutivo dispone y cierra el casting del que saldrá la empresa que se hará cargo de remodelar Amargura, el garaje continúa parcialmente encharcado. A pesar de que, por fortuna, el agua ha dejado de caer a borbotones, esta sigue llegando a los bajos del edificio. Lo hace a través de contados orificios ubicados en el muro que está pegado al tubo de servicio presumiblemente averiado.

A falta de conocer la opinión de un experto, parece que el riesgo de derrumbe ha desaparecido casi por completo; lo único que queda es una pared carcomida por la humedad. Eso y una canalización improvisada que transporta parte del agua a ras de suelo hasta una cañería próxima.