FOTOREPORTAJE

Un paseo por las cenizas del infierno

Un paseo por las cenizas del infierno
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Un paseo por las cenizas del infierno
Ceuta al Día recorre con un técnico de la Brigada Forestal de Obimasa la zona devastada por el mayor incendio registrado en la ciudad autónoma

Un círculo negro destaca en la ladera quemada a los pies del campo de tiro de la Legión, en García Aldave. Es la zona cero. La espiral de ceniza y caucho quemado de un neumático es muy probablemente el vórtice por el que se coló el infierno en Ceuta poco después de las diez de la noche del pasado jueves 8 de septiembre. 

Cuatro días después, ya con el incendio totalmente extinguido, Ceuta al Día recorre la zona devastada por el fuego guiada por un técnico de la Brigada Forestal de Obimasa. Desde el foco del incendio hasta las cabañas de Miguel de Luque, donde el fuego llegó casi a llamar a la puerta. Un paseo por las cenizas del infierno.

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Zona de pinar cercana al pantano.

El espectáculo es desolador desde la carretera de García Aldave. El fuego ha arrasado con todo dejando la tierra en carne viva García, desvelando senderos invisibles por la maleza, pequeñas edificaciones en ruinas hasta el viernes ocultas por la vegetación y hasta las huellas de viejos sembrados en terraza junto a la pista de la Lastra. Y basura, mucha basura calcinada.

El Monte de la Tortuga fue, gracias al viento de poniente, la frontera del fuego Su mitad sur está totalmente calcinada, la vertiente norte, la que protege la zona de mayor valor ecológico, el Arroyo de Calamocarro, está intacta. Pero adentrarse en García Aldave recorriendo el camino del arroyo del Té de la Mora encoge el alma. De entre el bosque de árboles negros asoman los cadáveres quemados de los palmitos como enormes colmillos carbonizados. Las lenguas del incendio han arrasado zonas arbóreas y dejado solo marchitas otras al albur del avanzar del fuego que, como el agua, busca el camino más rápido empujado por las corrientes de aire y por el combustible que encuentra a su paso. Allá donde mires está la huella del fuego y aún quedan chimeneas ahumando en puntos aislados, ya sin peligro, señalando el lugar en el que el fuego ha logrado sobrevivir consumiendo un tocón.

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Alrededores de las cabañas de Miguel de Luque

Un escalofrío recorre el cuerpo del reportero al ver el rastro del asedio del fuego en los alrededores del complejo de alojamiento rural de Miguel de Luque, muy cerca del pantano. El fuego alcanzó casi a llamar a las puertas de las cabañas. La zona quemada a su alrededor evoca un intento de asalto. Cuesta imaginar el horror insondable que debieron sentir los propietarios de estas viviendas o de otras muchas que vieron al fuego asomándose a su jardín.

No muy lejos de las cabañas de Miguel de Luque, junto a la pista de aeromodelismo, dos técnicos del tendido eléctrico revisan el estado del cableado, afortunadamente intacto Cada año realizan una limpieza exhaustiva de maleza y de poda de la vegetación para protegerse de posibles incendios. Ha dado resultado. El tendido eléctrico está intacto. Ni tan siquiera están chamuscadas las torres de alta tensión pese a que el fuego las tuvo rodeadas.

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Un alcornoque calcinado.

Pese a ser el incendio forestal más grande registrado en la historia de Ceuta, no hubo que lamentar daños personales. Aunque, invisible y muy difícil de calcular, el saldo de vidas que se ha cobrado el fuego entre los pequeños mamíferos y reptiles que se ha llevado por delante el fuego es a buen seguro devastador. 

Pero la catástrofe si es visible en el caso de la flora. No queda apenas rastro de matorrales y los caídos entre los árboles se cuentan por miles. Los eucaliptos, un especie pirófila, sobrevivirá sin problemas, al igual que los pinos mediterráneos, una especie dura y bien adaptada para resistir el fuego. Ambas son especies foráneas y de escaso valor ecológico, pero el fuego ha calcinado otras especies más valiosas y cuyos ejemplares están contados, como castaños y, sobre todo, alcornoques. Ente ellos muchos de los que había plantado Obimasa en un un laborioso intento de recuperar el paisaje de Ceuta que, una vez más, ha terminado devorado por el fuego.

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