Tengo frío esta tarde al salir de la ong, la lluvia me   salpica levemente sin mojarme  del todo pero molestando bastante.

 Han puesto las luces de Navidad en mi ciudad. Los arabescos iluminados del Paseo de las Palmeras compiten con un  Aristóteles que mira estático  y con luz artificial a aquellos que caminamos deprisa.

En la Plaza de la Constitución hay dos árboles llenos de luces, árboles artificiales que me recuerdan a los almendros o a los cerezos en flor,  pero que intenta ser un sucedáneo de lo que debe serr un árbol nevado. Ves renos azules, abetos de luces azules también.

Mirando al Revellín los adornos adquieren vida propia y es una explosión de luces en un paseo desierto, no sé si por la hora o por la lluvia. En la Gran vía los taxis hacen una serpentina de luces verdes, las cafeterías se dibujan solitarias y las pocas personas que existimos en el centro nos apilamos en torno a una marquesina esperando el autobús. .

La ciudad anda triste, la noto triste mientras espero mojándome un poco, porque en mi ciudad nunca te llueve perpendicular, el viento se encarga de desviar la lluvia hacia los laterales

En el autobús compruebo que el Edificio de la Junta de Obras del Puerto anda iluminado, también  la bajada que lleva a  él.

 Enrique el Navegante expone una carta de navegación junto a un abeto llenito de regalos. Más renos, más muñecos de nieve,  luces hasta llegar a las Puertas del Campo. Ahí el autobús sube hacia Otero y no hay nada que nos recuerde que las Fiestas   andan cerca.

Llegamos a Haddu, no hay nadie en las calles pero las luces forman estrellas, círculos y olas, nada que recuerde que celebramos la Navidad porque nació el Dios de los Cristianos. Tan políticamente correcto que igual puede servir para un carnaval o unas Fiestas Patronales. Entiendo que es una manera de celebrar  sin molestar a nadie y creo que me hubiese gustado ver las mismas luces en la Fiesta del Sacrificio.

 Dejamos Haddu atrás y ya no queda nada, bueno sí,  antes de bajar a mi barrio una estrella que señala el norte, como si fuese una estrella vidente del camino que casi todos deseamos  andar, las luces quedan atrás y la lluvia sin mojar del todo sigue molestando.

Ceuta al día nos cuenta que mi ciudad es la segunda ciudad de España que más gasta en luces y adornos navideños. La primera es Melilla. No deja de ser curioso.