Argumentos negacionistas de la corrupción


Argumentos negacionistas de la corrupción
La condena de la corrupción no es general. Para que alguien condene interna o externamente un comportamiento corrupto deben coincidir un conjunto de variables. Mientras esa confluencia se da, hay una serie de argumentos negacionistas o nihilistas sobre la corrupción, que se suelen emplear cuando el corrupto es de la tendencia del que se pronuncia. [...]

La condena de la corrupción no es general. Para que alguien condene interna o externamente un comportamiento corrupto deben coincidir un conjunto de variables. Mientras esa confluencia se da, hay una serie de argumentos negacionistas o nihilistas sobre la corrupción, que se suelen emplear cuando el corrupto es de la tendencia del que se pronuncia.

Es mentira. Es bueno ser escéptico con la realidad pero la negación de comportamientos corruptos o de la posibilidad de estos no es la mejor opción para eliminarlos. Altas torres han caído en la corrupción y una mentalidad sana siempre debería pedir investigación y transparencia, y no una negación sistemática. El escepticismo no se conforma con su posición, sino que quiere saber. Decir de entrada que es mentira, es tanto como inculpar y condenar directamente.

Ganó las elecciones. Las elecciones no son un remedio contra los políticos corruptos. Los mismos ciudadanos que condenan en principio la corrupción reeligen con grandes mayorías a políticos con asuntos muy sucios entre manos. Ganar unas elecciones es solamente ganar unas elecciones, no una absolución judicial ni un refrendo moral de las acciones u omisiones de naturaleza corrupta.

Es un montaje y una campaña mediática. En algunas ocasiones los medios parecen haber exagerado algunos comportamientos que ni siquiera se produjeron, pero normalmente son pacatos portavoces de asuntos graves. Que un cargo estén en los medios y que se le critique desde estos no implica necesariamente que se haya montado una campaña contra su persona. Debería ser normal que los medios de comunicación no tuvieran ninguna tolerancia con los corruptos, independientemente de su adscripción política.

Es una persecución policial y judicial. Esta tesis es la preferida por cierta parte del espectro político. Cuando se profiere se quiere decir que los corruptos son policías y jueces y no el angelito que cobraba comisiones por obras o que daba contratos a sus amiguetes. Los que dicen que es una persecución policial o judicial no se dan cuenta que están utilizando la dialéctica taleguera de culpar a los agentes del orden y a los jueces de sus comportamientos.

Los otros lo hicieron antes. Que  alguien haya hecho algo mal antes no exculpa a los que la repiten posteriormente. Dos errores no hacen un acierto y si alguien le gana las elecciones a un corrupto no es precisamente para hacer lo mismo.

Los otros son peores. Es una variedad de la tesis anterior. En este caso, como el anterior, se mantiene que hacer lo que hace el corrupto, pero después de él, te exonera de responsabilidad. Lo que se añade es una gradación: yo no soy corrupto, porque soy menos corrupto que el anterior.

Todos son iguales. Es también una variedad de las anteriores pero generalizada. La maldad ajena, generalizada, exonera a mi político. Se justifica el mal con la idea de que todo el mundo es malo y, por tanto, nadie es malo. Puro nihilismo.

No es delito. En cierto municipio que yo conozco y ante una obra de envergadura se filtró la comisión mil millonaria que el alcalde iba a cobrar. Los concejales que respaldaban a ese alcalde ni siquiera negaron el hecho y lo que es peor, sostuvieron que era legal cobrar esas comisiones. Lo mismo se dice que determinados  regalos pero siempre cuando lo reciban los otros, claro.

¿No lo harías tú? Este argumento es realmente diabólico porque transfiere la culpa a quien no ha tenido ni la oportunidad de demostrar su honestidad o su falta de ésta. Aquí la generalización llega a todos, no sólo a los políticos, y viene a decir que no tenemos derecho a escandalizarnos porque todos somos igual de mierdas que el corrupto, con la diferencia de que no hemos tenido la oportunidad de demostrar de cuanta corrupción somos capaces.

Es muy buena persona. Este argumento es tan candoroso como imbécil. En primero lugar un corrupto no es buena persona porque un delincuente no lo es y el corrupto lo es. En segundo lugar porque nada cambiaría con que le regalase a su ancianita madre el fruto de sus corrupciones. La variedad de que es simpático es aún más lamentable.


Filed under: Celtiberia, Ciencias Políticas, Comunicación Política, Corrupción, Imaginario político, Política
Posted originally: 2011-01-05 11:17:13

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