En el Centro Penitenciario


En el Centro Penitenciario
  “No se que titulo poner”, con esta entrada conocí a @kme blogueramente hablando y me fascinó, me pareció todo una manifiesto de la libertad que siempre nos dará el conocimiento. El inauguraba el curso escolar en el Centro Penitenciario y hablaba para los internos en el aula. Esta mañana he estado allí, había quedado con Dimple [...]


 

“No se que titulo poner”, con esta entrada conocí a @kme blogueramente hablando y me fascinó, me pareció todo una manifiesto de la libertad que siempre nos dará el conocimiento. El inauguraba el curso escolar en el Centro Penitenciario y hablaba para los internos en el aula.

Esta mañana he estado allí, había quedado con Dimple en la puerta, íbamos a dar un taller sobre igualdad, sobre la violencia recordando el 25 de noviembre, éste ya un acto  privado,que organizaba Digmun,  sin multitudes ni pancartas. Dimple desmenuzaría la Ley Integral y hablaríamos de machismos y de cómo romper el ciclo de la violencia.

 Llovía ligeramente, la mañana se teñía de gris mientras esperábamos los pases en la antesala.

 Nos condujeron por laberintos de rejas que se abren y se cierran, que no  puedes abrir ni tampoco cerrar. Nos dieron un pase y nos quitaron el documento de identidad y el teléfono

Pensé que tenía miedo. Siempre me han asustado las rejas, las cadenas, los encierros. No conocía el centro. Miedo a tener ansiedad o que la claustrofobia me tejiera trampas.

Nos conducía la trabajadora social del centro, subimos unas escaleras y acabamos en un aula pequeña, y muy similar a cualquier aula. La confianza me crecía a medida que veía la pizarra, el monitor, el proyector, las mesas… Un grupo de diez hombres entraron, eran muy jóvenes, veinte ojos jóvenes mirándonos… pasaron diez minutos y entraron siete mujeres, jóvenes, mayores, con carpetas de clase, las condujo una funcionaria vestida de gris.

Nos presentamos, empezamos a hablar, a oírlos a ellos, a  discutir posturas y a explicar el daño tan terrible que hace la violencia y cómo destroza la vida de los que les toca, contamos historias reales. Nos reíamos a pesar de todo, me vacuné contra la intolerancia y acepté algunos comentarios… Una mujer lloraba, mientras hablábamos, una mujer joven lloraba y sabíamos porqué, aunque era la primera vez que la veíamos. Me acerqué a ella, le acaricié el pelo. Me dijo que estaba bien pero que recordaba.

 Los de los comentarios machistas se hacían cada vez más pequeños…

Se me olvidaron las rejas. Estábamos allí ante un grupo de hombres y mujeres haciendo feminismo, como ha hecho Dimple ese invierno en sus talleres de adultos, como yo en los institutos.

Salí a fumar, a un espacio pequeño lleno de fumadores. Unos ojos verdes enormes de un hombre me miraban, tendría la edad de  mi hijo. Se me acercó para decirme que nadie entendía que allí, todo se exagera, adquiere proporciones elevadas. Que a la gente le gusta ver Gran Hermano y lo entiende pero nadie se para a pensar que los que andan encerrados, sin querer, les ocurre lo mismo. Me mostro su mano, decía que las emociones estaban a flor de piel y se puso a llorar. Le agarré del brazo. “Mi padre nos maltrataba y pegaba a mi madre”

Nos fuimos calladas, mientras ellos y ellas nos daban las gracias por ir, las puertas se abrían y se cerraban. Recuperamos la identidad y el teléfono.

Llovía, afortunadamente llovía.

 


Posted originally: 2009-11-26 23:09:21

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