Supongo que Lola no sabe muy bien quién tiene la culpa cuando cada mes su banco le cobra unos intereses altísimos por cubrirla en números rojos. Tampoco se plantea si cuando trabaja lo hace para una Orden de franciscano o para una Ciudad Autónoma.

Ella, que cada día se viste de uniforme y atiende a cuatro dependientes, piensa que trabaja para ellos…

A Lola le gusta su trabajo, le gusta ponerse el pijama blanco, cuidar a los abuelos que le cuentan miles de batallas, infinidad de dolores y soledades encubiertas… a veces Lola piensa que pasará con ella si llega a ser mayor…, ahora a penas tiene tiempo de plantearse nada, está sola, tiene dos hijos y un exmarido moroso que le hace difícil llegar a fin de mes.

Votó en las últimas elecciones convencida que nadie le iba a arreglar sus problemas, pero siempre hay una feminista paliza, amiga que le recuerda que el voto es un derecho y debe ejercerlo. Así que lo hace.

Lleva dos días concentrándose frente al Ayuntamiento, el Palacio Autonómico lo llaman, para pedir simplemente cobrar del uno al cinco de cada mes, por su trabajo, lo que es un derecho en ella es un privilegio… así que deja a sus abuelos solos durante media hora y espera allí, sin saber muy bien qué caso le harán o si las tomarán en serio.

Son muchas, llueve en la ciudad de los contrastes y simplemente se hacen visibles, no esperan más. Se les une algunas ciudadanas, algunas usuarias y después vuelven a la labor de buscar el pan de todos los días. Sólo quieren cobrar antes del día cinco de cada mes…

Lola piensa mientras pasea a un dependiente por esa ciudad llenita de flores que le gustaría tener tiempo, y edad, y dinero para poder acampar con los muchachos y muchachas que les explicaba está mañana que pasarán la noche donde ella ha estado concentrada esperando el día de la jura o promesa  de cargo de los consejeros y consejeras.

Lola no sabe mucho de política pero anda muy, muy indignada.

Posted originally: 2011-06-07 23:31:03