Se supone que unas buenas
pruebas de resistencia al sistema financiero europeo,
que hoy se conocen, deberían ser mucho más duras que el peor de los escenarios a los que puede llevar la crisis: las pruebas de solvencia tratan de simular cuánta tensión son capaces de soportar los bancos para determinar cuáles son sus posibilidades de sobrevivir. Pero la realidad ya supera -para mal- las peores previsiones de las autoridades bancarias que han organizado el examen. El incendio fiscal de la eurozona genera ya en la banca más tensión de la que prevén las pruebas que publicará hoy la
Autoridad Bancaria Europea (EBA): las pérdidas en la deuda soberana (un activo que controla mayoritariamente la banca) superan con creces el peor de los vaticinios, al menos en los tres países rescatados -Grecia, Irlanda y Portugal-, según los datos del mercado.