Cuando la política sólo se da dentro de un partido


Cuando la política sólo se da dentro de un partido
Hasta que los demócratas optaron tajantemente por la defensa de los derechos civiles y los republicanos adoptaron la “Estrategia del Sur”, en los estados norteamericanos que habían formado parte de la Confederación la única posibilidad de ser elegido para un cargo público era presentarse por el Partido Demócrata. Esto hacía que las elecciones fueran testimoniales, porque [...]


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Hasta que los demócratas optaron tajantemente por la defensa de los derechos civiles y los republicanos adoptaron la “Estrategia del Sur”, en los estados norteamericanos que habían formado parte de la Confederación la única posibilidad de ser elegido para un cargo público era presentarse por el Partido Demócrata.

Esto hacía que las elecciones fueran testimoniales, porque independientemente de quien se presentase a cualquier de los cargos, con la excepción de las elecciones presidenciales, el elegido iba a ser necesariamente el candidato demócrata.

La consecuencia era que la única política, entendida como confrontación entre diferentes opciones, que existía se daba en el interior del Partido Demócrata. Primero fueron los caciques locales y regionales demócratas los que arbitraron ésta y posteriormente, tras la introducción obligatoria de las primarias dentro de los partidos y la pérdida relativa de peso de los “bosses” demócratas, las verdaderas elecciones en estos estados eran las primarias demócratas.

A algunos les parecerá que esto es muy lejano y que, desde luego, no se da en España. Yo pienso todo lo contrario. Tanto el PSOE como el PP tienen “feudos”, es decir, sitios donde la victoria la tienen garantizada independientemente de las circunstancias políticas, económicas, sociales o de la corrupción que puedan contener. Por ello las luchas internas por el poder son la única posibilidad de un cambio político.

Este marco de comprensión puede ilustrarnos un poco para comprender la trascendencia política que ha tenido y tiene el enfrentamiento entre los populares madrileños por el control de Cajamadrid. Ni en España las primarias son obligatorias, ni el PP ha optado por implantarlas, por lo que nos situaríamos en un escenario de “bosses” o caciques.

Todos, los aguirristas y los marianistas, saben que Madrid es un gobierno regional seguro y un ayuntamiento afianzado, que no se va a perder ni concurriendo tres milagros seguidos, por lo que no tienen empacho en enfrentarse públicamente entre ellos y mostrar las diferencias que hay dentro del PP, como dentro de cualquier otro partido.

El problema de la unidad del partido no tiene relevancia electoral, porque Madrid votará al PP sí o sí, por más que Fraga considere que habría motivos para quitar a Aguirre y montar una “gestora” en el PP de Madrid. Los enfrentamientos entre Gallardón y Aguirre son archiconocidos antes de las Elecciones Generales (se mataban por ser diputados en el Congreso) y no impidieron que el PP tuviera un éxito electoral en Madrid en las últimas generales.

Causas a estas circunstancias: el “buen hacer” del PP con los medios de comunicación regionales, la afición de las dos principales fuerzas de la oposición por “administrar la miseria” y cierta conversión de valores dentro del electorado.

Posted in Celtiberia, Ciencias Políticas, Elecciones, Estados Unidos, Historia, Madrid, Partido Popular, Partidos Políticos

Posted originally: 2009-11-09 18:00:17

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