En España estamos viviendo una extraña mezcla de fenómenos de cyber-protesta. Desde la inspiración en los Anonymous defensores de Assange y Wilileaks hasta por los detractores de la ‘Ley Sinde’ y lo de #nolesvotes crecen formas tan variadas y ruidosas como inútiles de hacer llevar una queja a quienes tienen capacidad de decisión.

Además de reunir a cuatrocientas personas enmascaradas en la entrada de la entrega de los Premios Goya (una ridiculez de convocatoria ya que manifestaciones de cuatrocientas personas hay cientos a la semana en todo el país), su técnica favorita es atacar hasta tirarlas las páginas de instituciones oficiales, partidos políticos, cámaras legislativas y servicios públicos.

Esta gran gesta da la dimensión de la nula capacidad de movilización que tiene este movimiento: con pocos ordenadores y un buen software se pueden realizar esos ataques. Lo simpático es que esas páginas tiradas ofrecen información a los ciudadanos y servicios y otras expresan la opinión de determinados grupos de personas. Cuando se tiran esas webs no se defiende ni a los ciudadanos ni la libertad de expresión, todo lo contrario, se atacan los servicios públicos y se cercena la libertad de expresión.

Posted originally: 2011-03-01 18:00:00