En Delfos con Mefistófeles


En Delfos con Mefistófeles
Me esperaba en Delfos, en el templo del dios griego de la belleza. No estaba sólo, sentado frente a él un hombre de ojos claros. Había muy poca luz. Tomaban un brebaje marrón y caliente… Al acercarme, con pasos lentos pero firmes reconocí la voz del Geógrafo. Hacía mucho calor, quizás fuese el averno o [...]


corinto-templo-de-apolo-l2

Me esperaba en Delfos, en el templo del dios griego de la belleza. No estaba sólo, sentado frente a él un hombre de ojos claros. Había muy poca luz. Tomaban un brebaje marrón y caliente…

Al acercarme, con pasos lentos pero firmes reconocí la voz del Geógrafo.

Hacía mucho calor, quizás fuese el averno o la hora de tardes de albero, que tanto le gustan a mi demonio.

Los dos hablaban con un idioma extraño, a medida que me acercaba las palabras cobraban significado. Ambos me besaron, noté sus labios en la piel mientras Mefistófeles me servía un brebaje, más oscuro que el de ellos y mucho más caliente.

Le miré tenía el gesto duro y el pelo largo, los ojos tristes, de animal salvaje que anda enjaulado, la impronta del desanimo en el cuerpo…

No le pregunté por qué ha abandonado el Olimpo de los bloguer, no quise interrumpir su discurso de la Satrapía, hablaba enfadado, desencantado de la maldad pusilánime y cateta de algunos políticos. Que probablemente acaben en el infierno por torpes, por miserablemente arribistas. Que ante esos compañeros de averno está dispuesto a volverse santo.

Geógrafo nos contó un secreto, un extraño y oculto secreto de la ciudad de los sátrapas, silenciosa asimilaba cada palabra,  mientas Mefistófeles asentía reafirmando.

Hablamos de las topiarias, de urbanismo en el Príncipe, de casas de acogidas, plenos, rosas, responsables de la mujer, asesores de delegados, consejeros, presidentes… empecé a sentir frío, y una tristeza terrible me tocó el alma…

“Es tu ciudad de los contrastes” me dijo el diablo. “Demasiada maldad para un simple demonio”

Geógrafo nos abandonó, un consejo de sabios disidentes lo esperaba.

Mefistófeles y yo dejamos pasar las horas en el Templo.

No me ha dicho adiós, estará en la red, abandona el espacio de opinión, su página inteligente y trasgresora… pero antes me ha jurado, y es un juramento de demonio, que me leerá siempre, y siempre habrá algun templo en la “dulce, pequeña y marinera ciudad” que dé cobijo a un Geógrafo sabio, a Mefistófeles y a la hija de Lilith.


Posted originally: 2009-10-05 22:51:44

Leer original

En Delfos con Mefistófeles


Entrando en la página solicitada Saltar publicidad