Hace dos semanas, el francés Jacques Audiard estuvo en Madrid porque su
Un profeta competía al Goya al mejor filme europeo. Le derrotó
El discurso del rey. Y Audiard decía: "Que me gane
La cinta blanca, de acuerdo, porque Michael Haneke y yo luchamos por ir más allá con nuestro trabajo. Pero que sea
El discurso del rey...". Esa sensación ha dejado
esta madrugada la 83ª edición de los Oscar. Porque el drama británico que recrea la victoria contra el tartamudeo de Jorge VI no deja de ser una película correcta, muy bien interpretada y con un estupendo guion. Sin embargo no es ni la mejor, ni la más arriesgada, ni la más taquillera de las películas candidatas al Oscar.