Un domingo como otro cualquiera


Un domingo como otro cualquiera
    Nos pusimos en cola, me divertía ver a Manuel haciendo cola mientras me decía que era una actitud clientelista hacia el Gobierno de la Ciudad.  Estaba allí eludiendo a los cámaras de televivas,  oyendo a la gente hablar de cuplés y de pasodobles. Acompañándome. Hacía sol, febrero con su fama de loco nos [...]

 

 

Nos pusimos en cola, me divertía ver a Manuel haciendo cola mientras me decía que era una actitud clientelista hacia el Gobierno de la Ciudad.  Estaba allí eludiendo a los cámaras de televivas,  oyendo a la gente hablar de cuplés y de pasodobles. Acompañándome.

Hacía sol, febrero con su fama de loco nos regalaba una falsa primavera, que agradecíamos en la plaza del Pueblo Marinero mientras comíamos mejillones.

Isa y Germinal  andaban vestidos de Cruz Roja , trabajando. Paco Sánchez, nuestro querido historiador , no perdía compas ni letra de lo que decían las comparsas en el escenario.

Muchos vecinos y vecinas allí, compartiendo coplas y mejillones.

Hacía cuatro años que   preparábamos una campaña electoral, recordé sin nostalgia. Manuel elucubraba en silencio los últimos preparativos de su boda.

El auditorio de Siza se había inaugurado tres días antes, testigo fiel de la belleza  humana y  el derroche de los políticos.

La Consejera de Asuntos Sociales había dimitido por unas declaraciones desafortunadas, la nueva era una amiga de antiguas batallas.

El norte de África saltaba en revoluciones porque era   el momento de cambiar, de pedir, de exigir y gritar justicia. “cada pueblo tiene su ritmo,.”. cuántas veces me había repetido esa frase ante las revoluciones de mujeres…

A Manuel se le antojaron unos pulpos con mayonesa y abandonamos el lugar para ir a buscarlos.

Arreglando el mundo subíamos por la cuesta de La Legión.

 



Posted originally: 2011-02-28 20:24:22

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