Llevaba tres años apartado del mundo, su último plano lo rodó en 1999, junto al Mediterráneo, en Peñíscola. Fue para
París Tombuctú, una película coral, en la que no regateó el tema de la muerte. La misma que le sorprendió esta madrugada a las cinco, en su casa de Pozuelo. Ya lo había dado todo en el cine. Ya había pasado por méritos propios a la historia del arte universal.