Las consecuencias económicos del terremoto que el pasado viernes golpeó Japón, que
prometen hipotecar el futuro de un país que buscaba la senda del crecimiento, ya se han dejado sentir en las bolsa. El ínidice
Nikkei de la bolsa de Tokio ha cerrado con unas caídas del 6,18% en su primera sesión tras el seísmo para quedarse en los 9.620 puntos.