Así como un campesino lee en los vientos que viene tormenta, lo de ayer en La Plata se veía llegar desde que la competición emparejó otra vez a Uruguay y a Perú. Si el partido que abrió el fuego para ambos en esta Copa América fue malo por lento y trabado, ayer el enunciado de la semifinal no invitaba a pensar que algo podría cambiar. El encuentro prometía ser tosco, lento, enmarañado y aburrido.