En su casa, María Sánchez tiene dos cartas del Ingesa que responden a las dos quejas que ha presentado en los últimos meses en el Hospital Universitario de Ceuta. Una es por la muerte de su padre, que sufrió un infarto en casa después de que le despacharan en siete minutos en Urgencias. Otra porque su hijo, que padece TEA y TDAH, sintió la urgencia de acudir al baño en el momento en que iban a pasarle a consulta, perdiendo el turno. La respuesta a ambas quejas es prácticamente la misma.
El calvario de los Sánchez en el centro hospitalario comenzó el 23 de enero de este año, día en que su padre, con un amplio historial médico (ictus, lupus o demencia entre otras enfermedades) empezó a encontrarse mal.
La teleasistencia tardó en dar señales, pero finalmente consiguió que una ambulancia lo llevara al Hospital. Allí esperó en una silla de ruedas entre las 19.30 y las 23.30, tal y como consta en los documentos que exhibe su hija.
Cuando fue atendido, con fuerte dolor de pecho y sudores fríos le dijeron a su hija que le diese "un algidol" y lo despacharon "en cuestión de siete minutos". Esa misma noche, en su casa, a las tres de la madrugada, sin haber llegado a encontrarse mejor, falleció a los 63 años de lo que "aparentemente fue un infarto".
Ante la queja presentada tras su muerte después de pasar por el Hospital, el Ingesa respondió que "el sistema de triage prioriza la atención en función de la patología lo que permite disminuir el riesgo de muerte", que al hombre se le dio "prioridad 3 (espera demorable)" y que siendo un momento de "gran presión asistencial" estuvo esperando desde las 19.30 hasta las 23.30.
La parte más específica de la carta se limita a exponer que aparentemente presentaba un cuadro vírico y que con los síntomas que presentaba "la praxis médica fue acorde". Eso sí, apuntan después que lo sucedido será "objeto de consideración como elemento de mejora".
Desde luego la respuesta no satisfizo a la familia, que, en todo caso, no ha acudido a la vía penal y solo insistía en que se mejore la atención.
Hace cuatro meses María Sánchez tuvo que volver al Hospital. Lo hizo con su hijo, que padece Transtornos del Espectro Autista (TEA), y Trasnstorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y que había sufrido un desmayo en casa, encontrándose con fiebre y dolor de cabeza. Aunque inicialmente fue llevado a la Clínica Septem de ahí lo enviaron al centro hospitalario.
"Llegamos y nos dieron una silla de ruedas porque se encontraba muy mal. Claro, él cuando está en determinadas situaciones, si tiene gana de orinar debe ir al baño, porque sino se lo hace encima. Entré rápido como pude con la silla en el baño y cuando salí ya habían dejado pasar al siguiente a la consulta", explica su madre, que puso una queja formal, después de trasladar al sanitario su disconformidad.
Pocos días atrás llegó la carta de respuesta del Ingesa y para desagradable sorpresa de la mujer, era prácticamente igual que la recibida cuando falleció su padre. "Completamente impersonal".
De hecho el cuerpo del texto es el mismo a excepción de un único párrafo en el que se explica que la prioridad que se le dio al joven fue de "nivel dos" y se limita la espera a "unos minutos", diciendo el Ingesa lamentar "la percepción negativa" que la mujer "narra en su reclamación".
