- Nunca tan pocas nueces lograron tanto ruido; o dicho de otra forma, nunca tan pocos hijos de puta consiguieron tanto caos, y por ende, tanto poder…. Que por ahora se sepa, claro.

Verán, la feria va de esta forma: Se hacen llamar “Moody’s”, “Fitch” o “Standard & Poor’s”, son un reducido y exclusivo grupo de 4 ó 5 y se les conoce como “agencias de calificación”, una suerte de dioses de la lluvia que, según les indiquen los augurios, deciden que solidez y fiabilidad tiene tal o cual producto financiero, ó, tal o cual Estado soberano.

La repercusión mediática es tan brutal que su calificación es capaz de hacer tambalear, incluso de tumbar, a países enteros. Quiere esto decir que una empresa privada, a la que no se le pregunta pero es la referencia financiera (aún no se sabe muy bien por qué, dicho sea de paso, pero es así), emite una opinión que es seguida sin rechistar por miles de millones…..de €uros.

Muy recientemente, algunos ministros de Economía de la UE (y no precisamente de izquierdas) han osado decir basta, o algo parecido, a una situación desprovista de lógica y cargada de neocapitalismo salvaje y opaco.

Por qué opaco? Porque estas empresas privadas supuestamente expertas en temas contables al uso, no rinden cuentas a nadie pero deciden sobre el curso de la Historia, así de claro. Estas agencias están por encima del bien y del mal, por encima de las voluntades populares… tan es así que, en Túnez, rebajaron el nivel de confianza con la caída de Ben Alí. Toda una garantía de libertades como verán.

Sin embargo, si algo nos preocupa Al Sur del Edén no son precisamente las exactas previsiones del pasado que suelen hacer estos analistas (eso, hasta mi yaya sabe hacerlo) sino la invasión del espacio que han hecho estos hijos predilectos del dinero en estado puro, en torno a lo que corresponde a organismos públicos.

Y es que, si en la Unión Europea se hiciese algo más que intercambiar €uros y mercancías, además de dictar normas desconocidas o nombrar comisiones absurdas, y se llevase a cabo de verdad una unión política, no tendríamos, por ejemplo, una cacofonía de voces e intereses dispares en caso de cualquier crisis (ahí está el tema de Libia) o un Banco Central Europeo que no toma una decisión sin antes consultar hasta con los bedeles de los Ministerios de Economía de los países miembros.

¿Qué ocurre en éste último caso? Pues pasa que en lugar del BCE, quien es quien debería decir si un país es solvente o no, es esta agencia quien, seguramente haciendo su agosto (aquí nada es gratis), determina lo que hay….y siempre sin dar explicaciones, ni que nadie se las pida.

Como quiera que la agencia de calificación tiene una caja de resonancia tremenda en todos los medios, el país señalado se ve a abocado, tras esa evaluación, a pedir dinero a un interés muy alto. Consecuencia? Para pagar los intereses ese país deberá vender parte de su patrimonio casi a precio de saldo….además de recortar sueldos y conquistas sociales.

¿Ya les va sonando? Y claro, en esas “Rebajas patrimoniales” alguien, digo yo, estará al acecho para especular con la situación….o será que me hoy tengo el vitriolo subido y me da por pensar mal pero es que es fácil imaginar que, en el oscuro y nauseabundo mundo financiero, alguien sea capaz, a cambio de vaya usted a saber qué (lógicamente, dinero y mucho), de cambiar una calificación a un país para hacerlo más, o menos solventes. Y las instituciones como las vacas viendo pasar el tren. Penoso.

En este consentido abandono de soberanía, no nos queda más remedio que admitir que, tras toda una vida de trabajo, nos corresponde una pensión de mierda, a nuestros hijos una escuela sin medios, a todos un hospital con menos de lo aconsejable en una Sociedad que se encamina, irremediablemente, al modelo de el que más tiene, más obtiene. Se está finiquitando el Estado del Bienestar.

Insisto: ¿A que ahora les suena todavía más?

Estas agencias de calificación campando pues a sus anchas sin que nadie lo remedie, y ello a pesar de que estas mismas empresas, y sólo éstas, han sido las culpables de la crisis que estamos padeciendo porque ellas, y sólo ellas, fueron las que calificaron de “super buenas” las subprimes norteamericanas que nos llevaron a la ruina. Todo el mundo que debe saberlo lo sabe de sobra, pero nadie hace nada. ¿Por qué? ¿Quién gana qué con esta Historia? ¿Cuánto?

A este nivel de invasión del terreno público por la iniciativa privada, ya me veo, en mi casa del Sardinero, imprimiendo dinero para comprar el pan, a certificar (cual notario) documentos en mi tiempo libre y, en los fines de semana, a regular el tráfico y echar multas por eso de redondear el fin de mes…. Y es que, si a estas agencias le permiten una brutal ingerencia en el terreno del espacio institucional, ¿por qué a mi no?

Agencias de Calificación, mucho más que empresas auditoras, mucho menos que vergüenza. Es lo que hay… es lo que permitimos.