- Es curioso ver cómo las palabras pueden valer su peso en oro o, por el contrario, convertirse en grilletes de pesado plomo. De esto y de otras muchas cosas sabe mucho el Maestro Chomsky.

Los vocablos, reciclados convenientemente por el Poder, terminan por mimetizarse a la imagen confeccionada para terminar adoptando el sentido buscado. A esta práctica se le llama manipulación.

El primer ataque a la Libertad es, sin la menor duda, la manipulación del lenguaje, una suerte de sutil represión que se encarga de intentar reprogramarnos a conveniencia de quien, entre otras cosas, procura ahogar todo atisbo revolucionario, siendo la definición de revolucionario la del que se opone al “aparato”. De esta forma, el “etiquetado” se ve arrastrado hacia los niveles donde anida la inmundicia, no vaya a ser que cunda el ejemplo, desacreditándolo de cara al resto de la Sociedad.

Fiel muestra de lo expuesto es el vocablo “Antisistema”. Denigrada hasta límites insospechados, la palabra nos retrotrae automáticamente hacia escenas de violencia, de algaradas callejeras, de escaparates hechos añicos, de drogadictos y, por qué no, hasta de terroristas o similares.

Sin embargo, el término en sí merece una serie de reflexiones. Ser un antisistema, literalmente, es estar en contra de un sistema o, dicho de otra forma, oponerse frontalmente a un Sistema por considerarlo injusto, insolidario y endogámico.

Ejemplos, no faltan:

-Permite y alienta la explotación del hombre por el hombre hasta límites insospechados.

-Ve con buenos ojos que unas caras zapatillas de deporte (entre otros muchos miles de artículos, claro) sean fabricadas por niñ@s de 8 años pagad@s con sueldo de hambre.

-Destruye el medio ambiente sin ningún tipo de rubor para mayor beneficio de las grandes fortunas. -Favorece que ser mujer sea, per se, una inferioridad manifiesta, cuando no una condena.

-Antepone siempre los beneficios económicos a los sociales.

-Fomenta que, en las escuelas públicas, se carezca de medios al tiempo que propicia que se amontone, aún más, a los alumnos en unas aulas ya de por sí masificadas.

-Instrumentaliza crisis ficticias basadas en especulaciones para esclavizar –sutilmente, eso sí- a quienes lo sustentamos todo.

-Masacra impunemente a los pueblos mal llamados en vías de desarrollo (siempre me pregunté por qué si decimos que están en la vía del desarrollo sólo encuentran el sendero del hambre) para extraerles materias primas y vender armas.

-Minimiza las ayudas sociales hasta transformar un derecho duramente conquistado en poco más que en decimonónicos actos de caridad.

-Reduce a su máxima expresión la sanidad pública impulsando la de pago.

-Mantiene a una casta política que vive por y para los que mandan, y cuando ya no responden a los cánones se les cambia sin que nadie pestañee.

-Provoca que en dos movimientos de ordenador suban artificialmente los precios y arruine a millones de personas.

-Recorta en número de funcionarios, sembrando constantemente calumnias en torno a su trabajo para mejor repartir sus labores entre empresas privadas…con menos escrúpulos para seguir los meandros que trazan los que mandan.

-Desecha, sin piedad alguna, a todo aquel que ya no pueda producir condenando al ostracismo a nuestros mayores, como si trabajar toda la vida no bastase….porque para ellos nunca nada es suficiente.

-Utiliza sus medios de comunicación como eficaz método de alienación general, bajo el principio nazi de que una mentira repetida mil veces acaba siendo la verdad.

-Se escuda en las religiones para crear cruentos e intermibables conflictos entre seres humanos, como si la defensa de un hipotético ser superior siempre pasase por la innoble razón que otorgan las armas.

-Reparte migajas entre algunos ilusos electos, pero privilegiados eso sí, para que crean que, de verdad, son los que mandan.

-Aprovecha las catastrofes naturales y las terribles desgracias humanas como inmensas oportunidades de negocio…sin que nadie ose levantar la voz.

-Fuerza a que compremos cosas que no necesitamos para hacernos pagar lo que ellos sí necesitan. -Usa violentas y sofisticadas técnicas de presión para terminar con los anhelos del pueblo.

-Protege, con uñas y dientes, sus privilegios y asesina sin más problema cuando ve amenazadas sus parcelas, y ejemplos de terrorismo de Estado no es precisamente lo que falta y grupos armados que luego se vincularon a los servicios secretos, tampoco.

-No duda en hacer estallar guerras de todo tipo con tal de alimentar cuentas de resultados a costa de cuentas de muertos en combate.

-Ocupa nuestras mentes para hacernos creer que las cosas son inmutables, que, como si de un dogma de fe se tratase, las cosas siempre han sido así y siempre lo serán.

-Impone unas reglas del juego económicas que nadie parece querer poner entredicho…aunque, a poco que se mire, podríamos darnos cuenta de que todo es mentira, pura y absoluta mentira ¿quién es quién para cuantificar lo que vale nuestro trabajo o un vaso de agua?

-Alienta que creamos que existen razas superiores para poder aniquilar a quien se le antoje… entre otras cosas, claro.

Este es su “orden”, ese que debemos respetar y mantener por nuestro bien y el de todos sin caer en la cuenta que, con sólo quererlo, otro mundo sería posible.

Como en las aguas fuertes de Goya, aquí están sus principios carroñeros que podrían resumirse en que la Banca (y nunca mejor dicho) siempre gana, y mucho, a costa de nuestras lágrimas, nuestro sudor y, en ocasiones, hasta de nuestra sangre…mientras sea la nuestra, qué más da.

Pues si, definitivamente, ese es su “Orden” yo opto sin dudar por mi desorden, ese desorden en el que, de una vez y para siempre, podremos vivir en Paz y en plenitud, respetando el hecho de que cada ser humano es único, sea de dónde sea, y desde luego no una masa amorfa y manejable al antojo de los de siempre; un desorden en el que la palabra “amo” sólo se utilice para nuestras propias conciencias y en el que un puñado de papeles con números jamás valdrán más que una vida o el futuro del planeta. Yo, por mi parte, me opongo con todas mi fuerzas a estas impuestas premisas, por lo que no tengo más remedio que declarar que aquí, AL SUR DEL ÉDEN, me siento un auténtico antisistema.

¿Y ahora qué?:

¿Utópico? ¿Pajaritos en la cabeza? ¿Sueños de una noche de Verano? ¿Ingenuidad? ¿Planteamientos fuera de lugar? ¿O tan simplemente imbecil que vive en otra relidad? Usted sabrá, pero nos quedan pocas alternativas ante tanta opresión, más o menos velada.

Ya lo dice mi mañica preferida: cuando dañas al Poder (o tratas de hacerlo), el Poder procura siempre aniquilarte de cualquier forma, y mentir es quizás la más letal de todas ellas porque nos incrusta sus interesados mensajes. Quien no lo ve, afirma la de Pina de Ebro, es que sencillamente no quiere: a las diarias y tozudas pruebas me remito. Contundente, sin ningún margen para la duda.

Antisistema, toda una declaración de intenciones, en ambas orillas del Poder, claro está. ¿Usted, qué orilla elige?