'Le Radeau de la Méduse', de Géricault.
- El cuadro es tan famoso como tétrico e ilustrativo de los tiempos que corren.

La obra de Géricault, 'Le Radeau de la Méduse', plasma en colores de tormento la desesperación de unos seres humanos a la deriva en mitad de la inmensidad, algo muy común por los tiempos que corren, créanme.

La tela del genial pintor francés tiene hoy, justo dos siglos después, la misma vigencia que en tiempos de Louis XVIII; así desesperación, abandono, indiferencia pero sobre todo banalización de la tragedia forman parte de la paleta del pintor, ya ven nada nuevo. Hoy, en julio del 2011, bien podría trasladarse la balsa del encallado barco de la Medusa al Cuerno de Africa, allí dónde morirse de hambre se contempla como parte del panorama acostumbrado, se mira como un elemento del transcurso cotidiano... En definitiva, de una vergonzosa normalidad, una suerte de “no pasa nada” que nos mantiene a todos calentitos y a resguardo de todos los males que pudieran arañar nuestra frágil conciencia. Faltaría más.

Ahora, en este veranito en el que nos dedicamos a dividir nuestros pensamientos entre hipoteca, vacaciones y posibles elecciones generales, en este mismísimo periodo estival de playas, sombrillas y chiringuitos, hay millones de personas que, literalmente, se mueren de no comer. Lo voy a repetir porque me da la sensación de que SIEMPRE soy poco claro en estos temas, a pesar de entender perfectamente que soy machacón con este tema (manías que tiene uno): ahora, hoy, mientras usted lee esta colaboración hay seres humanos (como usted o yo, hijos tan adorados como los suyos o los míos, padres como los que usted y yo tanto queremos, familiares como de los que usted y yo nos sentimos tan cercanos, o amigos y/o conocidos tan entrañables como los que usted o yo tenemos) que se mueren porque llevan días, muchos días sin nada que comer. NADA DE NADA para comer, absolutamente nada. Quizás así haya quedado más claro, no sé...

En fin, que si no fuese lo que es (los calificativos ya se me escapan) podría tildarse de surrealista el hecho de que, en lares en que nos sacrificamos por hacer dietas y adelgazar, venga yo a hablar de hambre... Perdón, quería decir hambruna... Perdón, porque en realidad es de muerte de lo que estamos hablando.

Pero esto es lo que es, y esto es lo que hay. Usted, yo, todos en mayor o menor medida, somos, como mínimo, cómplices de esta situación… si así no fuese, no podríamos permitir que esto ocurriese, ni ahora, ni nunca, aunque sólo fuese por simple dignidad.

Un ejemplo fácil? Con lo que nos gastamos en nuestras mascotas podríamos alimentar a varios seres humanos en esa parte del globo.

¿Haremos algo? Sencillamente lo dudo...

Ya lo dice mi Mañica preferida: el Día en que los que vivimos Al Sur del Edén comprendamos que TOD@S vivimos en la misma latitud, las cosas empezarán a cambiar. Mientras, ante la indiferencia más asquerosa y letal, millones de hombres, mujeres y niños siguen reventando de hambre en breves imágenes que se incrustan, entre anuncios de champú, en pocos telediarios.

Y no nos dará ni una pizca de vergüenza? Pues va a ser que no...