Cuenta la leyenda que Clovis, rey de los Francos, en una de las batallas contra lo que quedaba del Imperio Romano cerca de Reims, asaltó iglesias y catedrales. El Obispo de Reims, alertado por el pillaje, mandó un emisario con la intención de “salvar los muebles”, pidiéndole al galo un símbolo de acuerdo (posteriormente, Clovis se convertiría al cristianismo) como señal de buena voluntad: una vasija de plata, oro y piedras preciosas. En el momento del reparto, Clovis reclamó para él el preciado jarrón pero se topó con la firme oposición de uno de los jefes de los clanes, que destrozó la vasija, en presencia de todos, antes de tener que entregársela al obispo. Clovis se tragó la afrenta diciéndole: “Acuérdate de la vasija de Soissons”.

Meses más tarde, y ya afincado en el poder, Clovis pasó revista a sus tropas. Cuando llegó al jefe en cuestión, lo interpeló y tiró al suelo la espada del díscolo franco con el pretexto de que estaba sucia. Cuando el soldado se agachó para recoger el arma, Clovis le partió la cabeza de un hachazo gritando: “Acuérdate de la vasija de Soissons”.

Por ahora, estamos en la primera fase de la historia, y si no, pasen y vean:

Duro ambiente el que nos toca sufrir, en el que, al mismo tiempo, se fusionan lo puramente social y lo económico, mala combinación química ésta para quienes, de lunes a lunes, pasan su vida al sol… que, desde la película de Fernando León, significa lo que significa: paro, miseria y vuelta atrás varias décadas.

Por si fuera poco, debate en las Cortes con eso de “Sociales no, los más sociales”. Si no fuese por lo que es, podría decirse que es la versión Montoro teletubby de unos Presupuestos Generales del Estado tan restrictivos que han sido tildados, por todos, como de economía de rescate. Podría dar la impresión de que los buenos resultados en Galicia y en el País Vasco favorecen la patente de corso que lo permite todo o provocan, sin contemplación alguna, una triple dosis de cinismo refinado desde el banco azul.

Para rematar la faena, un analista político aseguraba hace un par de días, aplastado por la razón, que estos Presupuestos Generales no son los adecuados para los tiempos que corren en los que se necesita un revulsivo basado en la inversión, y no una caída en picado empujada por el recorte. La reflexión es automática: ¿no será que, además de no tener unas cuentas apropiadas, no tenemos los políticos adecuados? Al paso que vamos, los que levantan la mano desde las bancas rojas van a verse desbancados por la voz de la calle, por mucho que se la quiera acallar.

Pero hay más. Economía política de miseria es lo que se está propiciando desde la Unión al dictado de Alemania, un país cuyo lander –estados que componen la República Federal- menos endeudado triplica lo que debe Cataluña, la autonomía con más números rojos del Reino de España… y a pesar de ello, deciden sobre el futuro del resto de Europa. El dinero/poder es lo que tiene, siempre otorga la fuerza y, por ende, la razón.

Socialmente inaceptables son los demoledores datos vomitados en plena cara de una sociedad apática: un millón de jóvenes (de 16 a 29 años) se encuentran en paro y sin título de la ESO. Un apunte: en 2007 eran 400.000. La crisis arrasa, y no solamente con las hipotecas, en un país en el que la riqueza se está concentrando en un pequeño porcentaje, frente a una pobreza que se extiende a velocidad de vértigo sobre cada vez más ciudadanos. De vergüenza.

Estamos tan centrados en lo nuestro que esto ya no es lo que era; si no fuera por la insistencia de los medios, el debate que decide quién va a ser el Presidente del mundo apenas habría despertado expectación alguna. Claro que comparado con el hecho de que Grecia ya permita vender productos caducados en los supermercados, lo del inquilino de la Casa Blanca es una memez. Tiempos añorados aquellos (hace sólo 4 años) en que Obama despertaba una corriente de simpatía nunca vista en el mundo. Qué energía social más desperdiciada. Inevitablemente me recuerda a demasiada gente encuadrada en partidos políticos que usaron artes de ilusionista para con los ciudadanos… para que, al final, todo se quedara en puro espejismo, claro está.

Pero para datos contundentes, los del CIS: 9 de cada 10 españoles afirman que los impuestos no los pagan quienes más tienen. Algún día alguien nos tendrá que explicar lo de las SICAV, esos híbridos mitad fondos de inversión, mitad sociedades anónimas con un mínimo de 2,4 millones de euros, que tributan al 1% en lugar del 30% como toda sociedad. El pretexto es que, de no existir las SICAV, el dinero se iría a Luxemburgo. ¿No sería entonces más fácil suprimir, de una vez por todas, los paraísos fiscales? ¿Por qué no se hace? Los caminos del Poder y del Dinero son decididamente imposibles de rastrear, vaya usted a saber por qué.

Lo que sí es fácil de comprobar es que el PSOE cae en barrena, y, visto lo visto, aún le queda pozo por recorrer hasta tocar fondo, mucho pozo y unas elecciones catalanas. El caso es que si la socialdemocracia juega a ser neoliberal y nacionalista al mismo tiempo, los ciudadanos -que tan tontos no son- prefieren lo genuino y deciden votar al PP o a los nacionalistas que en esto de exhibir músculo son expertos. Es evidente que para mantener la identidad, primero hay que tenerla, pero me da la impresión de que ese barco también hace aguas en la calle Ferraz… Ahora, o toca revisión ideológica profunda y quizás travesía del desierto, o perder cada vez más terreno y que la travesía por la nada se torne en un bucle sin fin favoreciendo, por ejemplo, más experimentos tipo Gil... o algo peor. No obstante, tengo mucho más que la impresión de que siempre habrá alguien que, por pura cuota de poder personal, siempre estará dispuesto a reinar sobre los despojos antes que abandonar los privilegios. Adiós pues al debate de verdad. Lamentable.

Para terminar, y en mitad de este marasmo, no me puedo resistir a señalar que ya son 52.500 millones de euros (y lo que queda) los inyectados por el Gobierno a la banca española. Es sin duda un impresionante capital que usted y yo vamos a tener que pagar porque la señora Merkel (no nos engañemos, una chica de los recados más) ha decidido que eso lo tenemos que abonar los ciudadanos cuantificándolo como déficit del estado. Es como si las obras del vecino del 5º las pagase todo el rellano para que no lo tuviera que pagar la Comunidad, pero y a todo esto ¿el vecino en cuestión, cuándo paga?

Mi mañica preferida, como siempre, lo tiene claro: “mientras consintamos que nos pisoteen y encima demos las gracias por ello al tiempo que les pedimos perdón por ensuciarles las botas, las cosas no cambiarán… y no hay más que hablar”.

Clovis lo tuvo claro y, a su manera, le recordó a su subordinado quién mandaba de verdad. Aquí, Al Sur del Edén y también a su manera, muchos ciudadanos les están recordando a los políticos que el voto no puede ser un cheque en blanco y que esta vasija de Soissons pertenece a los ciudadanos… quizás aún falten todavía más voces para que, de verdad, sean tenidos en cuenta. Que puedan hacerse oír como siempre, también depende de usted. Mientras se suman, o no, las gargantas, a seguir tragando, no hay otra…