A veces, un disparate nos hace ver las cosas de manera diferente.

 

Un vecino de un pueblecito gallego, experto en la conducción por su veteranía como transportista jubilado, decidió colocar unos muñecos, vestidos con las ropas de Guardias Civiles y Urbanos, en determinados “puntos negros” de su localidad. El resultado es apreciable y reafirma la teoría de muchos conductores: Daría más resultado la presencia de la autoridad que la siembra de radares por las carreteras españolas.

 

Todo el que conduce habrá visto alguna vez cómo se reduce la velocidad, de manera masiva, al percatarse de la presencia de las Fuerzas del Orden. Es más, algunas veces hasta cuesta adelantarlos por debajo de la velocidad máxima permitida. El respeto a la autoridad aquí es palpable.

 

Visto así: ¿No sería más seguro para todos que se patrullara con más frecuencia en vez de dar rienda suelta al afán de recaudación? Que ya sabemos que en época de crisis todo se vale para ingresar fondos en las Arcas del Estado, pero dicha crisis también afecta al bolsillo de los que se ven sancionados, haciendo llover sobre mojado.

 

Si lo que se busca es que nos sintamos más seguros, el camino empieza con la concienciación y educación de los conductores. El siguiente paso es aplicar medidas reales contra las conductas de riesgo. Mientras tanto: ¡VIVA LA BENEMÉRITA!

 

Otra gran pregunta, que le haríamos muchos a los que hacen las leyes, es esta: ¿Porqué no hay normativas que eviten la fabricación de automóviles que superan con creces las limitaciones legales? Y dejo a un lado las emisiones de gases.

 

En fin, mientras haya dinero de por medio, poco se puede hacer contra negocios millonarios. Lo más que nos queda es no tener un despiste que nos haga perder puntos, o ganarlos, pero de sutura.