Ya estamos en el Nuevo Año. Y ello a pesar de las bromas que estos días se han hecho circular a través los mensajes de felicitación, deseando que 2009 no fuera más que un pequeño paréntesis en nuestras vidas, y ansiando la pronta llegada de 2010. ¡A mí que me dejen como estoy!...era la frase más repetida ante los deseos de Paz y Felicidad para el nuevo año.
Y es que está siendo tan agresiva la campaña mediática que se está llevando a cabo, a propósito de la crisis económica global, que el miedo al futuro y la desconfianza se están apoderando, poco a poco, de toda la población. A ver, en estas circunstancias, quién se atreve a poner en duda las medidas de los gobiernos de apoyo a la banca, es decir, a los causantes del desastre financiero mundial. Porque, en lo que todos nos hemos puesto de acuerdo (gracias a la efectiva campaña propagandística desplegada desde el coloso de la comunicación, los Estados Unidos de América), es en que a quien hay que salvar es a los grandes de las finanzas y del automóvil. ¿O no?. Pero no todo es negativo. También en la televisión de la larga noche de las campanadas se coló un espectáculo que, bajo mi punto de vista, representa un canto de esperanza y toda una lección de confianza en el ser humano y en su afán de superación. Como casi siempre en momentos críticos, fue el Circo el encargado. En este caso lo hizo de la mano de los artistas del Circo del Sol. Sus malabares, su desafío permanente a las leyes de la gravedad, la limpieza de sus ejercicios, la belleza de las expresiones de sus atléticos cuerpos, me hicieron pensar que no todo está perdido. Que el ser humano es capaz de casi todo lo que se proponga, superando todos los obstáculos. Pero claro, siempre que le dejen. Hace unos meses unos conocidos míos estaban negociando un préstamo con cierta Entidad financiera, para así poder hacer frente a una deuda que arrastraban desde que los dueños de Sintel decidieron salir corriendo con todos los millones que pudieron, y dejar en la ruina a miles de trabajadores. Para ello ofrecían como garantía una vivienda, valorada en casi el doble de la deuda que tenían que saldar, y el sueldo fijo de uno de la familia, que era funcionario. Después de unos cuantos meses dando largas, la Entidad les negó el préstamo. Comenzaba la crisis de liquidez. Sin embargo, en esas fechas, la primera subasta de dinero ofrecida por el Gobierno español, como remedio a esta falta de liquidez, quedó desierta. Posteriormente, la segunda subasta no quedó así, aunque quizás la actitud de los bancos en la primera forzó una solución más ventajosa en la siguiente. El problema de la crisis financiera actual, como el de las anteriores, es el de los especuladores y gentes sin escrúpulos que se van a aprovechar de la situación para seguir sacando partido a la misma. Por ejemplo. A mis amigos, por fin le han concedido el tan ansiado préstamo a través de otra Entidad. De esta forma podrán pagar la deuda que les provocaron otros especuladores anteriores, y que seguro guardan sus millones en magníficos paraísos fiscales. Pero ha sido a un interés por encima del precio de mercado. Baja el Euribor, pero los Bancos siguen diciendo que no tienen dinero y, por tanto, se mantiene los intereses altos. Y agradecidos. Pues ante la supuesta escasez de dinero, que te presten es ¡todo un lujo!. Así funcionan los mercados. Como decía Milton Friedman en 1973, son una forma de regular la codicia humana para que cause el menos daño posible. De la misma forma, estamos asistiendo a toda una oleada de crisis de empresas, la mayoría de ellas ficticias, a pesar de los esfuerzos que realizan toda esa legión de técnicos y asesores a sueldo de las empresas, para 'camuflar' la verdadera situación económica. Yo estoy viviendo en directo dos bastante llamativas. La primera, de una empresa de energías renovables. Sus beneficios altos. Su cartera de clientes creciendo. Sus riesgos, prácticamente inexistentes. Y de pronto, despiden casi a la mitad de la plantilla. Aunque justo en el límite legal para evitar la consideración de despido colectivo y, por tanto, la tramitación de un expediente ante la Autoridad Laboral. Siempre es más fácil conseguir un despido por causas objetivas en el Juzgado, que tener que demostrar la situación económica ante la Autoridad Laboral, sobre todo ahora que desde el Gobierno han dado instrucciones estrictas en este sentido. La otra es de libro. Unos almacenes de alimentación, a los que no le faltan clientes, pues la gente también come en la crisis, y que, de pronto, dejan de pagar los salarios a sus trabajadores. Para llegar a esta situación, desde hace unos meses dejaron de reponer mercancía en sus estanterías. Evidentemente, esto ha causado falta de liquidez y crisis en la sociedad, que responde con sus bienes, pero no con los de los propietarios. En ambos casos el diagnóstico sería el mismo: las ratas son las primeras que quieren saltar cuando el barco se hunde. Por esto, la esperanza ha de ser lo último que se pierda. Tenemos que conseguir salvar el barco. Pero si no lo conseguimos, y el barco se hunde, las ratas también se tienen que hundir con nosotros. Feliz Año 2009.