La pasada semana visitaba nuestra Ciudad el Secretario de Estado de Turismo Joan Mesquida. Antes lo había hecho como Director General de la Policía y la Guardia Civil. Y lo hacía para firmar el Plan de Competitividad denominado 'Dos mares, Dos Continentes'. Nada que objetar, sino todo lo contrario. Sobre todo después del susto que nos han dado con lo de la 'macroprisión', que según nos dicen va a generar enormes beneficios económicos a la ciudad. Mal casa un Plan de Competitividad del sector turístico con una nueva versión de la histórica Ciudad-presidio.
Pero vayamos a lo positivo. Lo que el referido Plan contiene es el compromiso de gasto de tres millones de euros, repartidos entre la Ciudad Autónoma, la Administración Central y el sector privado, para que Ceuta sea un referente nacional en actividades náuticas, según el Secretario de Estado. Las razones son los 2,4 millones de turistas que en 2008 visitaron España para realizar dichas actividades. Habrá que ver en qué se concreta el mismo, y si al final sólo nos quedamos con la ampliación del puerto deportivo y en nuevas versiones de paquetes turísticos para grupos de pensionistas de Andalucía.

 

La importancia del turismo para el desarrollo económico es indudable. Según los datos que ofrece el Instituto de Estudios Turísticos de España, de los más de 900 millones de turistas anuales del mundo en 2007, casi 60 millones viajaron a España, que se situaba así entre los cinco primeros destinos turísticos del mundo, junto a Francia, Italia, Estados Unidos y China. En cifras económicas, el turismo produjo un saldo positivo de 27.810 millones de euros en nuestra balanza de pagos. Dentro del sector servicios el turismo representó el 15% del total de empleos (4,8 ocupados por empresa), el 6% de volumen de negocio (102.425.361 miles de euros totales) y el 14% de empresas (358.970 en total). De estos visitantes, casi la mitad lo hicieron en los meses de verano, siendo las zonas costeras las de mayor ocupación hotelera en dichos meses. Es decir, el turismo en España sigue siendo un turismo de sol y playa, a pesar de que cada vez más se incremente el turismo rural y el relacionado con la cultura.

 

Pero en Ceuta es diferente. La media de visitantes en las dos últimas décadas fue de 61.878 persona/año y comenzó a decaer desde principios de los 80, salvo un ligero repunte a principios de los 90. El porcentaje de ocupación hotelera en 2007 fue del 47,76%, frente a una media del 61% a nivel nacional. Y en los meses de verano la diferencia se incrementó, pues mientras que en Ceuta se situó en torno al 49% y el 59%, a nivel nacional estuvo entre el 69% y el 75% en los meses centrales. Por tanto, las cifras medias de ocupación hotelera son claramente inferiores al resto de zonas costeras, a pesar de que las horas de sol son prácticamente iguales. Esto indica que los visitantes que tradicionalmente venían a Ceuta no lo hacían en razón de sus horas de sol, ni de la calidad de sus playas. La mayoría lo hacía por el atractivo de los productos baratos y por ser limítrofe con Marruecos. La disminución de visitantes que se observa en los últimos años va en consonancia con la pérdida definitiva de este atractivo, consecuencia de la práctica desaparición del diferencial de precios en la mayoría de productos.

 

En conclusión, si se quiere potenciar el turismo en Ceuta como uno de los motores de su economía, debe de hacerse utilizando otros patrones y ofertando algo más que sol, o visitas subvencionadas de ida y vuelta diarias. Bajo mi punto de vista dicha oferta podría girar en torno a actividades relacionadas con la historia de Ceuta y la rehabilitación de los restos arquitectónicos y arqueológicos que dan cuenta de su rico pasado; con el deporte náutico u otras actividades tendentes a disfrutar y descubrir nuestro magnífico litoral y fondos marinos y, fundamentalmente, con la celebración de Congresos. El magnífico complejo que próximamente se terminará, construido por el arquitecto portugués Álvaro Siza, invitará a la realización de todo tipo de eventos culturales. Cualquier tipo de colectivo científico o cultural, al que se le ofrezca la posibilidad de realizar algún tipo de jornada en dichas instalaciones, en unas condiciones climatológicas y de tranquilidad como las nuestras, de las que normalmente se carece en los grandes centros urbanos del mundo, aceptaría inmediatamente. Pero para ello será necesario que la oferta que se realice a Universidades y otras instituciones sea lo suficientemente atractiva, como para compensar las dificultades derivadas del paso del Estrecho y del precio del transporte marítimo. La condición será que la gestión se le encargue a verdaderos profesionales. Si no se hace así y se repiten historias conocidas como la del engrasador, se obtendrá otro sonado fracaso.