Por unanimidad de las fuerzas políticas se ha aprobado en el Congreso de los Diputados la proposición no de ley de Izquierda Unida, de instar al Gobierno de la nación a negociar con Marruecos acerca de la creación de una aduana comercial en la zona fronteriza del Tarajal en Ceuta. Sí, por unanimidad de todas las fuerzas políticas. Increíble, pero cierto. Aunque, como casi siempre, alguien tenía que poner la 'coletilla'. No sé si para distinguirse de los demás, o para 'joder'. En este caso le ha tocado el turno a la representante del Partido Socialista.

 

El asunto es que la proposición original de Izquierda Unida es mucho más amplia e interesante de lo que se puede leer en los titulares de los medios periodísticos locales. Lo que Gaspar Llamazares defendió fue la prosperidad de las dos partes de la frontera. Y además, lo hizo distinguiendo dicha proposición de la eventual negociación que se pueda llevar con la Unión Europea respecto a nuestra integración en la Unión Aduanera. Como se reconoció por todos los implicados, se puede entrar a formar parte de dicha Unión y seguir sin frontera comercial en el Tarajal.

 

De lo que se trata, según Izquierda Unida, es de conseguir del Gobierno de Marruecos que acepte la implantación de una Aduana comercial en el paso fronterizo de Ceuta, similar a la de Melilla, para así normalizar y facilitar el intercambio comercial entre ambas partes. Esto se podría hacer en el marco de la cooperación transfronteriza y debería contemplar aspectos como, por ejemplo, la construcción de un aeropuerto conjunto, el intercambio de estudiantes u otras iniciativas parecidas, que ayudaran a la prosperidad de la zona.

 

La coletilla de la representante socialista fue añadir a la proposición que las negociaciones se iniciaran 'en el momento más oportuno'. Algo que, bajo mi punto de vista, sobraba, pues todos somos conscientes de que en las negociaciones diplomáticas internacionales siempre hay que esperar el mejor momento. Y ello por la razón esencial de que las relaciones internacionales entre países se consideran realizadas entre iguales. Por esto, formalmente hablando, nadie puede imponer a los demás su voluntad, salvo que lo haga por la fuerza de las armas, lo cual está prohibido (¿?), o por la del dinero, que no se contempla en el Derecho internacional, pero que es lo usual. El problema, en este caso, es que 'el momento oportuno' nunca se acaba de encontrar. Los socialistas tenderán a dejarle la patata caliente a los populares, cuando les toque volver a gobernar, y al contrario los populares. Mientras que los partidos minoritarios pedirán que se haga en cualquier momento, sobre todo si ello le va a suponer algún tipo de desgaste electoral al mayoritario. Entre tanto, a los que vivimos en Ceuta nos tocará aguantar.

 

De cualquier forma, me parece una iniciativa muy interesante y positiva. Primero, porque ha supuesto la unidad de todas las fuerzas políticas para defender algo que es de justicia y de sentido común. Quizás tendrían que aprender de ello los políticos locales. Sobre todo populares y socialistas. Ahora que ya nadie discute la gestión de Vivas (salvo un pequeño grupo de irreductibles, entre los que me incluyo), después de que el grupo periodístico Vocento lo haya proclamado como mejor Alcalde de España, tienen bastante allanado el camino. Pero la razón más importante es por lo positivo que puede ser esto para el desarrollo económico de la zona.

 

Ya he explicado en otras ocasiones que en el marco de la cooperación transfronteriza, plasmada en instrumentos jurídicos como el Convenio Marco del Consejo de Europa, o los Tratados de Bayona y Valencia, podríamos encontrar una solución, satisfactoria para ambas partes, que facilitara el intercambio y puesta en común de iniciativas conjuntas encaminadas al progreso y desarrollo económico de toda la zona. Que el Parlamento español se haya hecho eco de estas propuestas, que tanto beneficio reportarían a los ciudadanos de ambos países, es uno de los mejores regalos que nos han podido hacer los políticos nacionales.

 

Ahora ya sólo falta que algún político de talla internacional (si pertenece a la realeza mejor), despliegue todos sus encantos diplomáticos ante Marruecos (a ser posible ante el Rey), para intentar convencerlos de que este acuerdo favorecería a los ciudadanos de la zona y no perjudicaría, para nada, sus expectativas y reivindicaciones nacionalistas al respecto.

 

Mientras tanto, y por si el 'momento oportuno' tardara mucho en llegar, como me temo, deberíamos seguir trabajando para encontrar alternativas viables de desarrollo económico sostenible para Ceuta, que fueran más allá de la subvención fácil. Es el camino más seguro. Dejarlo todo en manos de los 'Reyes Magos' (Gaspar en este caso) está bien para la Navidad. Pero hacerlo más allá de estas fechas, sería otra forma más de seguir engañándonos a nosotros mismos.