Me disponía a viajar a la península el pasado jueves, para participar junto a mis colegas de la Universidad de Granada en el Congreso de Economía Regional que se celebraba en Baeza. En dicho Congreso académico queríamos presentar lo que hasta el momento hemos avanzado en nuestro estudio acerca de la influencia del desarme arancelario de Marruecos sobre la economía de Ceuta. Pero además, yo estaba especialmente satisfecho por el resultado de la tan esperada sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía respecto a determinada convocatoria 'fantasma' en una empresa municipal de Ceuta para dar una plaza fija a un familiar directo de una Consejera. Sobre todo después de que la Fiscalía de Ceuta decidiera no seguir adelante con las investigaciones de la, también escandalosa, contratación del hermano de otro Consejero, en base al principio de intervención mínima del Derecho Penal, y ante la falta de evidencias suficientes de que los que llevaron a cabo la contratación conocieran al contratado (¿?).

 

Pero de estas cosas hablaremos otro día. Por el momento es suficiente el efecto que dicha sentencia ha tenido que provocar en nuestro soberbio Vicepresidente, que tanta prisa se dio para utilizar las páginas de la prensa local, tan generosamente ofrecidas, para darnos su particular versión de una muy pobre primera sentencia, jurídicamente hablando, y de paso hacer una defensa de su supuesta honestidad, ahora en entredicho, pues él fue el que firmó la convocatoria declarada ilegal, y lanzar dardos envenenados contra sus enemigos, con la maestría propia del que ha sido antes fraile que cocinero. Pero dejemos que sea el tiempo el que se encargue de buscar el antídoto a tanto veneno acumulado, y vayamos a lo nuestro.Como se dice en algunos simpáticos anuncios de algunos establecimientos públicos, el día era estupendo, pero alguien tenía que venir a 'joderlo'. Y efectivamente, una vez más fueron las navieras. Aunque, claro está, por mor del "mal tiempo", o al menos eso es lo que parecía, pues explicaciones no se dieron, como tampoco se han dado en otras ocasiones.El asunto es que mis colegas se levantaron muy temprano y, al alba, con viento de poniente, se disponían a embarcar hacia la península en el primer barco que salía desde Ceuta. Una cosa así como aquello que nos contó Trillo cuando lo del Perejil, sólo que entonces los helicópteros salieron a su hora, mientras que en esta ocasión, como en otras, el barco tardó varias horas en echarse a la mar. Pero el siguiente, de la misma compañía, ya no salió. Lo dejaron para las tres y media de la tarde. Como coincidía que era jueves, y además fiesta en la enseñanza al día siguiente, entre albañiles, maestros y funcionarios, el barco iba totalmente lleno. De esos llenos que les alegran el día a los contables de las navieras. En éste iba yo, pues tampoco pude salir antes debido al supuesto temporal. Cuando embarqué, lo hice con un ligero temor, pues tanto retraso, tanta gente, lluvia, y el supuesto mal tiempo, me hacían temer por el destino final de lo poco que había comido. Y la verdad es que a la salida de Ceuta, a poca distancia de la bocana del Puerto, el barco hizo unos movimientos un tanto extraños y bruscos que nos hizo temer lo peor. Pero a continuación nada. Ligeros movimientos en el Estrecho, propios de la temporada. A mi lado se encontraban unos trabajadores que comentaban que cuando ellos habían venido por la mañana, el barco se había movido algo más, pero que tampoco era para tanto. Es decir, que a juicio de algunos de los presentes, la situación era algo movida, pero en absoluto justificaba que se hubieran suspendido rotaciones intermedias. ¿Qué había pasado?. Pues muy sencillo, que gracias al 'mal tiempo', los que teníamos que llegar a una hora determinada a nuestros destinos no habíamos podido hacerlo, mientras que las compañías navieras habían conseguido hacer menos rotaciones, pero con los barcos llenos de pasajeros. Es decir, como casi siempre que hay 'mal tiempo'.Claro, si lo miramos desde el punto de vista del ahorro energético, la cosa es genial, pues, bien visto, gracias al 'mal tiempo' las navieras contribuyen a disminuir la emisión de gases invernadero y a que no se agoten las pocas reservas petrolíferas que nos quedan, y de paso a que no se contaminen tanto los mares. Y desde el punto de vista financiero, mucho mejor, pues de esta forma ayudan a disminuir el excesivo 'apalancamiento', consiguiendo más liquidez. Pero lo más importante es el beneficioso efecto que estas situaciones producen a los pasajeros, pues algunos decidirán no viajar y quedarse en su casa, lo que ayudará a recuperar el ahorro familiar, y otros podrán dedicar el  largo tiempo de espera en el puerto a charlar con sus compañeros, a tomarse algunas copas de más en el bar y a relajarse, que no viene nada mal en tiempos de crisis.Quizás sea esta la explicación del 'buen royo' que mantienen las autoridades marítimas con las compañías navieras. Y es que, en el fondo, yo creo que lo que buscan es nuestro bienestar. ¡Y en Ceuta sin enterarnos!.