Somos a primeros de Diciembre; es más la amenaza de lluvia que lo que cae, y, como otra amenaza, del otro tiempo, del cronológico, dentro de nada nos endilgaran, con la exactitud de un supositorio, el anuncio depresivo de “Vuelve a casa, vuelve…”.

Entretanto:

Ha nacido, muy al norte de Belén, un niño, no se sabe, por ahora, si de una virgen, de mal carácter (el niño, sus desconocidos padres y su madre), sin rostro, sin nombre, sin estrella anunciante que se sepa, pero omnipotente, omnipresente, ante el que se humillan, no cuatro pastorcillos “mindundis” que pasaban por allí, sino los pueblos y se someten los gobiernos. Por ahora y hasta que no se descarte que viene con los tres seis tatuados en el nacimiento del pelo, se le llama “Los mercados”, palabra más incontestable y con mas mala leche que decir en los años sesenta “lo ha dicho Madrid”. Ante el sorprendente fenómeno, Pueblos que alguna vez, según sus historias, fueron soberanos, sin rechistar, se han puesto de rodillas a la orden de “Los Mercados” Gobiernos que alguna vez fueron ideológicos, han confesado sus impías culpas en actos públicos, se han arrepentido contritos, y, elevando las manos al cielo, han mentido, inventado “brotes verdes”, recortado salarios, destruido empleos, revisado pensiones, subido impuestos indirectos, tasas universitarias, han amenazado con el co-pago a la Seguridad Social, han realizado ofrendas milimillonarias a los Bancos, por si fueran los padres del angelito insaciable. Y, al no hallar respuesta ni a súplicas sinceras ni a dádivas generosas, han prometido, para el futuro eterno y despellejado, ser pobres, comedidos, buenos, convenientes, respetuosos, educados, y no volver a ponerse minifalda. Niño todopoderoso, al que no hay quien le tosa, ni grande ni chico, ni poderoso ni menesteroso, ni rico ni pobre, ni blanco ni negro; niño inembargable; niño no nacionalizable. Que te den por donde amargan los pepinos A la CIA no se le cae por casualidad ni la caspa. Cada día nos queda menos terreno para ser libres, así que pienso que esas filtraciones están teledirigidas por la central americana, con destino a un mundo más global, más tonto, más atómico, más distraible, más pobre, más culpable, más fantasioso, más frágil. Sobre todo más frágil. ¿La razón de esas filtraciones? Esas no se filtrarán jamás. “Vuelve a casa, vuelve…” Lo que me ha afectado en estos días de verdad, ha sido el almario de un artículo de Iván Chaves en el Faro de Ceuta. Y la consigna torcida, torpe y torva de acoso y derribo contra Aróstegui. Iván suele cabrearse, con razón, por cuestiones políticas fétidas, pero en su artículo había algo más que eso. Yo diría que era frustración, sed de justicia (Dentro de poco dejará de hacerlo, se habrá ido, como se acaban yendo la mayoría de los jóvenes, llevándose el futuro de este pueblo hediondo). Un tal Peris o Piris, o Paris (de nombre parecido al tocapelotas de la Iliada) ha alborotado al bueno de Iván. Desconozco al personaje, pero desde la distancia que me da el haber vuelto a ser ciudadano peatón, al que conozco (o debería decir conocía) es a Don Juan Vivas, que no sé si será el Aquiles de esta Troya que arde, al que mató Paris, al que se le multiplican las desgracias que van unidas al presente malo y al futuro incierto de Ceuta, en imagen de cola de Consejeros en los Juzgados, Consejeros cesantes o cesados, Paro por encima de la fontanela bregmática, frenazo en seco en la creación de empleo, destierro de la exigua tasa de reposición, faltriquera escuálida, y lo de siempre, lo que no se dice, lo que no se aclara, los silencios que envenenan, silencios sospechosos, silencios que se versionan en barras de bar, en despachos, en sedes políticas. Trastienda hermética, que acaba judicializando la política local, huecos para rellenar artículos del hombre de neardental. Subvenciones que no llegan, subvenciones que no alcanzan, por más que alguien se adorne con la limosnera, se lave, se peine y se vaya a Madrid. Allí le hablan de los Mercados… Lo del acoso, que no derribo, de Aróstegui, es más lógico, es más normal, es más humano, es más comprensible. Le tienen un miedo irracional. Un miedo que les hace reaccionar con violencia. Ya se les pasará.