- El pasado domingo, el colaborador El Faro de Ceuta, L. G. Álvarez, me mencionó.

Diré que me siento un poco ridículo al dirigirme a alguien sin cara ni nombre, ya que este señor prefiere permanecer en el anonimato que le otorga escribir tras unas iniciales. Aún así, debido a mi mala costumbre de no quedarme con nada de nadie, allá voy.

Álvarez me tacha de “espíritu sensible”, “intolerante” y “sectario”. ¿Intolerante y sectario? Señor Álvarez, yo sólo opiné sobre sus palabras. Usted me parece xenófobo, ya que en su análisis (si se puede llamar así) sobre la inmigración no atendía a las causas de la misma, sino que criminalizaba a los inmigrantes, llamando a las autoridades a expulsarlos o encerrarlos. También dijo que no les asistía ningún derecho. Ante tal afirmación, estimé oportuno hablarle del derecho al asilo humanitario y de la Declaración de Derechos Humanos. Creo que apoyarme en los derechos humanos no es sectario, igual que pienso que en ningún momento escribí que “el inmigrante es bueno por definición y los malos son las Fuerzas del Orden”. Le invito, si no está ocupado, a repasar de nuevo mi escrito y si sigue pensando que afirmé tal estupidez, le informo de que en nuestra ciudad existen colegios para adultos en los que le pueden enseñar algo de comprensión lectora. Aunque creo lo sabe muy bien.

La inmigración no es algo de buenos y malos. Con su maniqueo diagnóstico me hace pensar que tal vez lo suyo no sea xenofobia, sino ignorancia. Yo no aplaudo que un inmigrante le abra la cabeza a un Guardia Civil, ni digo que sentir orgullo de ser europeo sea fascismo. Insisto, ¿de verdad leyó usted mi carta?¿Por qué pretende, ante su falta de consistencia argumental, desacreditarme ridiculizando el antifascismo y la defensa de los derechos humanos? Señor, si le digo xenófobo es porque hablar de inmigración en términos como “invasión” o “asalto” mientras llama a los autóctonos a “defenderse” y muestra un odio tan explícito hacia el inmigrante, es llamar a la xenofobia. Por cierto, un odio, el suyo, que sólo muestra hacia la “invasión” de los pobres. Usted nunca habla de la colonización cultural norteamericana. En cambio, descarga su ira contra quienes para tener una cama y un plato de comida se juegan la vida en desiertos y mares. No sé si soy un espíritu sensible por hacer una lectura más compleja sobre la inmigración. Lo que está claro es que usted sí es insensible, ignorante, simplista y cobarde.

Yo no me siento “invadido” por quienes huyen de guerras, pobreza o dictaduras. Lejos de eso, muestro empatía y pienso en lo diferente que sería mi vida de haber tenido la mala suerte de nacer un poco más al sur, en alguno de esos países por cuyos habitantes muestra usted tanto desprecio. Usted actúa como un racista, pues el racismo aprovecha los momentos de crisis para buscar un culpable fácil: el inmigrante. Aprovechar el miedo y la incertidumbre de los ciudadanos ante una situación como la que vivimos (situación creada por los poderes financieros, nunca por los inmigrantes) para cargar contra los inmigrantes es un comportamiento puramente racista. Así llegaron los nazis al poder en los años 30, sacando rédito del caos derivado del crack del 29 y la posterior crisis mundial, apelando a la pereza mental. Usted se ensaña con los que están peor que usted. Y encima, pretende hacernos ver que su comportamiento constituye un acto de rebeldía. Manda narices. Si tan valiente es, señor Álvarez, no se muestre fuerte con los débiles y servil con los fuertes. Ataque a los de arriba. Y a ser posible, dé la cara.

Por otro lado, le agradezco que me recomiende leer a Pilar Rahola, aunque le diré que conozco sus opiniones. No coincidimos, ni en este tema, ni en lo que respecta al conflicto palestino-israelí. Aún así, a lo que Rahola hace referencia es al fundamentalismo islámico. ¿Acaso cree que siento simpatía hacia los fundamentalistas? Yo hablo de inmigración, no se confunda. Decir que los inmigrantes son víctimas no tiene nada qué ver con el fundamentalismo religioso (no sólo islámico). ¿Quiere hablar de libros? Perfecto, lea “¿Somos racistas? Valores solidarios y racismo latente”, de Esteve Espelt. Lo encontrará en la biblioteca municipal. También quiero contestar a eso que dice de que todos coinciden en llamar vándalos a los ciudadanos del Gamonal burgalés mientras usted es atacado por llamárselo a un inmigrante. Tengo la suerte de que me dejen expresarme en dos diarios locales. Le conmino a buscar mis opiniones escritas acerca de los vecinos de Gamonal. O mejor, le despejo las dudas: les considero un ejemplo.

Últimas aclaraciones: llamarle a usted xenófobo no es “llamárselo a la sociedad”. Los inmigrantes no invaden, emigran. Busque la diferencia y busque también los significados de sectarismo, demagogia e intolerancia. No significan lo que usted piensa. Criticar que se haga uso del “orgullo español” para manifestar opiniones racistas no es criticar el orgullo de ser español, sino su uso. Aprecie el matiz, señor Álvarez. De nada. Creo que no tenemos más que decirnos.