Cuando se aprende una lengua extranjera, una parte importante de este aprendizaje consiste en hablarla y la mejor manera para conseguir una pronunciación aceptable es oir mucho e intentar imitar los sonidos. A mucha gente le incomoda hablar una lengua extranjera por ese extraño temor que tenemos los españoles de hacer el ridículo cuando hablamos otra lengua. Sin embargo, la mejor manera de avanzar es perder esa vergüenza y lanzarse a hablar. Como les suelo decir a mis alumnos, hablar es como andar: las primeras veces te caes, luego das pasitos pequeños, luego andas bien y finalmente corres, pero lo importante es practicarlo. Personalmente considero un logro que chavales que empiezan el curso diciendo “ji” lo acaben diciendo “he”, o que olviden la famosa “e” inicial de palabras como por ejemplo, stop que mucha gente pronuncia estop. Pues bien, todos esos pequeños fallos de pronunciación se pueden corregir con el tiempo y la práctica.

Recuerdo que cuando era estudiante universitario solía ver películas en versión original, ya que me parecía una buena forma de aprender a pronunciar. Al principio no me enteraba de gran cosa, luego entendía cada vez más y al final era capaz de imitar el acento y la pronunciación de los actores. Lo que ocurre es que la mayoría de las películas que veía eran norteamericanas con lo cual yo adopté la pronunciación americana. (Con los años me he vuelto más europeo en este sentido y ahora abogo por el inglés británico, cosas de la edad). En mi época de estudiante no había dvd ni internet, con lo que teníamos que conformarnos con ver películas subtituladas en la televisión (siempre a altas horas de la madrugada) o comprar o alquilar películas en un videoclub. Pero claro, esas películas venían con los subtítulos incrustados, con lo que no se podían eliminar. Yo me las ingenié con una cartulina negra, con la cual tapaba la parte inferior de la pantalla del televisor y así podía ver la película sin subtítulos y entrenar bien el oído, que era de lo que se trataba. (hoy en día suena de lo más cutre, pero en los ochenta no había otra cosa).

 

Recuerdo que hubo una película en la que se me atrancó una palabra. Lo cierto es que no recuerdo qué película era, pero si me acuerdo del circo que monté para dar con la dichosa palabra. En un momento concreto de la película, uno de los protagonistas decía que tenía que viajar a senafei.

 

Inmediatamente, paré el vídeo, rebobine la cinta, volví a poner la escena y ahí estaba otra vez la palabrita. Senafei. Por un instante, estuve tentado de quitar el cartón y leer lo que aquella palabra significaba. Tan sólo tenía claro que era un lugar. Así que, me agencié un plano de Estados Unidos para ver dónde estaba el dichoso lugar. La duda me asaltaba: ¿Cenafei? ¿Senafei? ¿Senna Fay?. Ni idea. Volví a escuchar la escena. Nada. Perdido en el mapa de Estados Unidos sin saber a dónde ir. Decidí seguir viendo la película para no perder el hilo del argumento (aunque a esas alturas estaba más pendiente de la palabra que de otra cosa) cuando de pronto me vino la inspiración: ¡Santa Fe! ¡Senafei es Santa Fe!. Así que rebobiné de nuevo la cinta, quité la cartulina negra y ¡tachán!: “La semana que viene viajo a Santa Fe”. Y es que, al cabo de repetir mentalmente la palabra, enseguida me dí cuenta y saqué mis conclusiones (recordemos que estaba aprendiendo inglés en un estadio en el que todavía no conocía los sonidos americanos del todo): el inglés americano no pronuncia la t intervocálica precedida de n. Así, por ejemplo, el número veinte en inglés británico suena (siempre en pronunciación figurada) tuenti, pero en americano suena tueni. Por tanto, Sena era Santa y la e final de Fe sonaba como ei. Aquello me pareció todo un logro, teniendo en cuenta que el inglés americano no se enseñaba en la facultad, sino que es una variedad que se aprende con el tiempo. Desde entonces descubrí cosas muy interesantes sobre esta variante, como por ejemplo que la t intervocálica suena como la “r” en la palabra “pera” en palabras como agua (uota en británico y uora en americano). Así que por fín pude terminar de ver la película, sólo para darme cuenta de que en la escena en la que el personaje llegaba a su destino, aparecía un cartel en primer plano: “Welcome to Santa Fe”.

 

Saludos y hasta dentro de dos semanas si les apetece.