Se determina que este tipo de atención incluye la promoción de la salud, la educación sanitaria, la prevención de la enfermedad, la asistencia sanitaria, el mantenimiento y la recuperación de la salud, así como la rehabilitación física y el trabajo social con los enfermos, de modo que se garantice la globalidad y continuidad de la atención a lo largo de toda la vida del paciente. Así mismo, se pretende garantizar una atención primaria polivalente, resolutiva, accesible, coordinada, integrada y competente para dar respuesta a pacientes complejos y para considerar la salud en su conjunto, en cooperación con otros servicios socio-sanitarios o extra-sanitarios.

En relación a esto último, lamentamos el enfoque netamente biológico que domina el sistema sanitario nacional, el cual relega la Salud Mental a un segundo plano o la contempla exclusivamente como un problema médicopsiquiátrico, dando lugar a un servicio limitado y por tanto insuficiente, que no cumple con esta última recomendación de la OMS ni con las expectativas de los pacientes. Vivimos en un mundo regido por prisas, obligaciones, preocupaciones, crisis económicas y de valores, malos hábitos, etc. que lógicamente nos afectan a nivel psicológico en mayor o menor medida, dando lugar a psicopatologías tan frecuentes como un catarro o una gripe y que igualmente padecen un amplio sector de nuestra sociedad occidental actual, como pueden ser el estrés, la ansiedad o la depresión, por citar las más frecuentes y conocidas.

Además, esta casi total ausencia de servicios psicológicos en atención primaria, obliga a los médicos a asumir funciones para las que no están bien formados, reduciéndose así la probabilidad de la curación y, por tanto, aumentándose los costes sanitarios derivados de una inadecuada praxis.

Desde el COP-Ceuta, instamos a las autoridades sanitarias a que incorporen e integren los servicios psicológicos en la atención primaria como un modo de mejorar la calidad de vida de los pacientes, los cuales cada vez con mayor frecuencia demandan este tipo de atención en las consultas médicas, pero al cual difícilmente tienen acceso. También lo contemplamos como una forma de reducir los costes sanitarios que suponen los caros tratamientos psicofarmacológicos que a menudo parchean, pero no curan, el malestar mental de la persona, pues el origen de éste no se localiza en disfunciones físicas, sino psicológicas y ambientales.

Otra ventaja de disponer de servicios psicológicos en atención primaria es la posibilidad de dotar de competencias psicológicas a los profesionales médicos que puedan facilitarles su labor de cara a los pacientes y les descarguen de roles profanos, a través de jornadas o cursos de formación. Por todo ello, consideramos de máxima urgencia un cambio de óptica del sistema sanitario nacional y la incorporación de la Psicología como un servicio más de la atención primaria.