José Carbonell Buzzian

 

La eliminación del cableado puede ser casi con toda seguridad, una de las asignaturas pendientes del Consistorio, ya que no termina esta tarea con la eficiencia y continuidad que debiera, lo suyo sería la puesta en marcha de una ordenanza específica sobre la financiación y cableado. Las compañías suministradoras, auténticas lobbys de estos servicios, son muy reticentes a evitar cableados en edificios históricos por su elevado coste y claro está, el Ayuntamiento de Ceuta no cuenta con los recursos económicos necesarios para poder sufragar estas intervenciones.

La hoja de ruta a llevar por el Consistorio ceutí pasaría por la reposición del firme de las calles, conforme se fueran eliminando los cables exteriores enterrándolos bajo el suelo, todo un proyecto que serviría para reordenar muchas de las fachadas de la ciudad que se encuentran invadidas por miles de cables enredados entre sí. Esta acción se podría llevar a cabo con los presupuestos de los fondos FEDER, con el fin de modernizar servicios interesantes para el ciudadano.

Es más que necesaria, la sustitución del cableado de cobre que se encuentra por casi toda la ciudad, ya que necesita un empujón en el despliegue de banda ancha. Un problema y no pequeño, es que al Ayuntamiento se le ha olvidado que tiene que acatar y cumplir con la Ley General de Telecomunicaciones, destinada a atajar estas densas canalizaciones, la misma que entró en vigor el 29 junio del 2023, cuya norma principal regula de forma uniforme y omnicomprensiva el sector de las redes y servicios de comunicaciones electrónicas.

Sacar esta Ley no fue tarea fácil, debido a que es muy técnica y gigantesca a la vez, con más de 100 artículos, 20 disposiciones adicionales y otras cuantas disposiciones finales, seguidas de una serie de anexos. 15 diputados se encargaron de estudiar este vasto texto con más de 200 enmiendas presentadas, una tarea titánica, para que la administración ceutí haga oídos sordos con la misma. Cabría destacar el artículo 49.8, la cual obliga a los operadores a hacer uso de las canalizaciones subterráneas para la instalación y explotación de las redes públicas de comunicaciones electrónicas.

Los amasijos de cables los vemos a lo largo y ancho cruzando calles, apareciendo sostenidos por alambres y cuerdas, mostrándose adosados a nuevas edificaciones o inmuebles catalogados recién restaurados. Desde la Consejería de Urbanismo deberían ponerse manos a la obra para ejecutar un plan para comenzar a eliminarlos. Llevaría un tiempo, pero lo importante es que se haga para lograr cambiar la imagen, no solo del recinto histórico de nuestra urbe, sino de los barrios periféricos que se encuentran totalmente abandonados y olvidados. Se trata de cableado tanto de alumbrado público, como de compañías telefónicas, que están también sin soterrar, al igual que los de las compañías eléctricas.

La colaboración ciudadana es muy interesante siempre y cuando observen a diferentes técnicos en lo alto de una escalera adosando cables en sus fachadas deberían avisar Ayuntamiento para que sea este el que verifique que este servicio tiene la licencia oportuna o no para ejecutar el trabajo que en ese momento está llevando a cabo.