Antonio Gil Mellado

Europa reacciona con una ley y 43.000 millones de euros para corregir las peores consecuencias de la mundialización; la extensión de la política internacional en economía y mercado inicia un proceso de repliegue. Hasta ahora, la influencia de los mercados externos en los países no permitía la acción reguladora de los gobiernos, de ahí, un nuevo diseño, el nacimiento de una nueva ley.

La Comisión Europea (CE) se decide a presentar una Ley Europea de Chips ante la crisis que se ha producido por la falta de semiconductores en la industria europea. La UE rectifica y hace propósito de enmienda.

Los grandes lobbies económicos, partidarios de la globalización, favorecieron la deslocalización de las empresas de nuestro continente hasta que se han dado cuenta, gracias al coronavirus, de que su política no es segura, el desabastecimiento de microchips en todo el mundo, debido a la pandemia, ha provocado un cambio de rumbo de la UE evitando así la excesiva dependencia de terceros países de un elemento electrónico fundamental para la fabricación de todo tipo de artilugios. 

La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, declaró recientemente: “la ley europea de chips será un punto de inflexión para la competitividad mundial del mercado único europeo”. El objetivo es evitar interrupciones en la cadena de suministros, entre otros. 

Se podría decir que lo mejor, sin duda, de esta medida es recuperar el valor estratégico que tiene la fabricación en Europa de este importante componente electrónico y su desenvolvimiento en el futuro; hasta ahora en manos asiáticas. La experiencia nos ha demostrado la necesidad de avanzar hacia una autosuficiencia absolutamente necesaria.

Para que el 20% de semiconductores se hagan en Europa se invertirán 43.000 millones de euros. El ejecutivo europeo considera un paso decisivo en favor de la soberanía digital, lo que supondrá una oportunidad para todos los países miembros. A esto nos referimos cuando avanzamos que España tiene que volcar todos los recursos posibles en apoyo de la inversión en I+D+I. Ahora, las empresas españolas, con el máximo apoyo del gobierno, deberán subirse al carro de este importante proyecto de interés común europeo donde será clave la formación y cualificación de sus trabajadores.

La necesidad de vacunas, la falta de mascarillas, la escasez de microchips, etc. han hecho que Europa reaccione. La escasez de microchips ha producido grandes subidas de precios y retrasos en la producción en grandes sectores como el automovilístico o la fabricación de equipos HVAC, entre otros muchos, de ahí que la Comisión Europea pretenda que en 2030 Europa fabrique el 20% de la producción mundial de este componente.

La Ley Europea de Chips buscará adaptar las normas sobre ayudas estatales y con ello reforzar la capacidad de investigación de los estados miembros de la Unión Europea, además de evitar la excesiva dependencia, incertidumbres, y los graves problemas económicos causados como consecuencia de un mal enfoque sobre economía y producción. En EEUU, el presidente Joe Biden también ha impulsado un plan similar con 52.000 millones de dólares de inversión.