Es la primera pregunta que me viene a la cabeza al descubrir, con incredulidad y enorme tristeza, los restos de un coche arrojados en pleno camino de Ronda, a la altura de nuestro emblemático salto del Tambor.

Con nocturnidad y alevosía, alguien ha tirado estos restos en uno de nuestros acantilados más bellos. La indignación ante este tipo de vertidos, en distintos sitios de la ciudad, ya no es nada nuevo y otra vez toca cuestionarse cómo es posible que en 2022 los delitos medioambientales sigan saliendo gratis. ¿Realmente se podrían evitar en un sitio como este?

La respuesta es SÍ. De hecho el lugar estuvo protegido durante mucho tiempo, cuando la circulación de vehículos estuvo completamente restringida y una señal así lo recordaba al principio del camino, indicando que solo los vehículos oficiales tenían autorizado el acceso. Un buen día esa señal desapareció y desde entonces se abrió la veda para que cualquier coche puede circular y hacer allí lo que desee, a la vista de las imágenes, desde cambiarle el aceite hasta lanzar el propio vehículo por el acantilado...

Por todo ello, deseo denunciar la gravedad de lo sucedido, con el ruego dirigido a las administraciones competentes para que se proceda a descontaminar el lugar y que se vuelva a restringir el tráfico de vehículos a motor, en todo el camino de Ronda. Una medida sencilla que permitiría preservar el entorno natural, además de garantizar la seguridad y el adecuado disfrute de deportistas, amantes de la naturaleza y senderistas.