Cuando te dedicas a la política desde el corazón, acabas haciendo tuyo los problemas ajenos. Recientemente tuve la oportunidad de conocer a una mujer maravillosa, a una de esas tantas mujeres silenciosas, invisibles, discretas, pero sumamente valiente, fuerte y luchadora como para poner el mundo al revés y hacer que tú también gires en sentido contrario a la inercia. Ella, que en un principio le costó comenzar a hablar, consiguió desprenderse de la cuerda que la estaba tensando y pudo originar una de esas conversaciones, de bandera o por bandera, que llaman a la dignidad, la misma dignidad que le falta al Gobierno que permite colas en Asuntos Sociales desde primeras horas de la madrugada, al Gobierno que presume de Política Social mientras la gente tiene que esperar meses para poder acceder a los recursos básicos, al mismo Gobierno que prefiere gastarse más dinero en luz ornamental que en el IMIS, al Gobierno que aprueba acuerdos plenarios para nunca llevarlos a cabo, al Gobierno que se amarra en promesas sin cumplir, o al Gobierno que se vende a la desidia, a la ineptitud y a la apatía.

Rocío, que así la voy a llamar a partir de ahora, ha tenido que vivir la agonía de no saber si iba a ir a prisión por culpa de un capitalismo feroz, arrollador y desafiante. Ella, que tiene que remar en el peor trabajo que existe actualmente en nuestra sociedad, esos trabajos que humillan y rompen la barrera de lo que significa humanidad, ha tenido que defenderse de las palizas de un agente de la “autoridad”, acabar detenida por ello, y asumir una medida de conciliación de 60 euros. Sí, o pagaba la mula de 60 euros o iba a prisión.

¿Qué país admite que una mujer sin ingresos, por defenderse de una agresión, tenga que hacer frente a una multa que le degrada como persona?

Rocío es porteadora, esa actividad que vemos todos los días, que permitimos, y hasta justificamos. Rocío tiene que llevar bultos en su espalda para conseguir 10 miserables euros a la semana porque la Ciudad es incapaz de gestionar bien sus políticas sociales. Rocío, que además tiene que hacer frente a una enfermedad, ha tenido que luchar por una vivienda digna, por una bolsa de comida, por una ayuda para el alquiler, por la compatibilidad, aún no aceptada, del IMIS. Rocío, que no tiene ingresos, que tiene menores a su cargo y que lleva años en el paro, sigue sin poder acceder a los planes de empleo. Rocío, que no tiene ingresos, ha visto como las becas del comedor le han sido rechazadas y Rocío, que no tiene ingresos, tiene que observar como en los Presupuestos para el 2015 todo va a seguir igual porque la Ciudad ha decidido no invertir de una manera organizada, justa, coherente, el Gobierno ha decidido hacer el mismo cromo de todos los años: quien esté mal seguirá peor, quien esté bien seguirá mejor.

Existen personas que no creen en la política, pero el error está en dejar hacer a quienes dañan la política. Hoy más que nunca es necesario trabajar y visualizar que otra realidad es posible, hoy más que nunca nos tenemos que volver exigentes, ensalzar la honradez, la humildad, la pasión, la vocación, la dedicación y el servicio por encima del interés particular, del poder y de todo aquello que hace que lo social quede invadido. Hoy más que nunca hay que apostar por la igualdad de oportunidades, por el socialismo, por la izquierda. Hoy más que nunca hay que apostar por el PSOE de Ceuta, por José Antonio Carracao.