José Antonio Carbonell Buzzian

Estamos ante una nueva era de conflictos y violencia donde cada vez más países están expuestos a la misma. Esto me hace pensar que la especie humana se está convirtiendo en violenta debido a las auténticas atrocidades con ataques premeditados a la población civil, esta agresividad es un rasgo de conducta presente en la mayoría de especies animales, donde nos deberíamos de incluir las personas.

La violencia se nutre de comportamientos agresivos mezclándose con condiciones sociales y grupales. En este sentido, una de las fuerzas más peligrosas de movilización individual o colectiva es la religiosa y/o la ideológica, ambos temas muy complejos, a partir de estas diferencias, la manipulación de lo que está sucediendo con la guerra en Israel y Gaza resulta fácil, la manipulación de unos y otros para justificar la intervención militar.

¿Con quién debe uno posicionarse? Pues mi respuesta es contundente: con la población civil, esa que no es culpable de los actos tan deleznables de quienes han tomado la decisión de quebrantar la voluntad de muchos por el interés de unos pocos

El síndrome de Hubris de muchos líderes o de la arrogancia que se desarrolla en un número significativo de personas que ejercen cargo de poder, cuyas características son una ambición sin límites y un comportamiento temerario e insolente, hacen que se lleven acciones solo por el mero hecho de satisfacer a sus egos. Como sociedad somos una especie agresiva y al mismo tiempo solidaria, pero que puede convertirse en violenta según como sean las condiciones sociales en la que nos formamos como personas.

En este conflicto como en muchos otros, se debería estar velando por el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario, cuyo principal objetivo es la protección de la población civil, cuestión que aborda el IV Convenio de Ginebra de 1949. Según este principio, los civiles no pueden ser blanco de ataques deliberados, tanto de unos como de los otros, estos son considerados crímenes de guerra conforme al Derecho Internacional recogido en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.

¿Con quién debe uno posicionarse? Pues mi respuesta es contundente: con la población civil, esa que no es culpable de los actos tan deleznables de quienes han tomado la decisión de quebrantar la voluntad de muchos por el interés de unos pocos. Son muchas personas las que observan este conflicto bélico como algo lejano y que no va con ellas, pero la cruda realidad es que de seguir así nos podemos ver inmersos en una Tercera Guerra Mundial.

Vivimos en una sociedad sin sentido alguno de concienciación que pueda discernir entre lo bueno y lo malo, los seres humanos solo actúan sin pensar cuando toman conciencia del daño, cuando este ya está hecho. Es ahí donde la educación de nuestros jóvenes tiene un papel fundamental en esta carrera contra el tiempo y la humanidad. Por ello una sociedad analfabeta es caldo de cultivo para falsos profetas. No veo que se hable de este conflicto (con miles de inocentes muertos, entre ellos niños) en los centros de enseñanza de nuestro país. No sé si es la falta de empatía porque sencillamente no está ocurriendo en Europa, pero yo solo veo a personas que están sufriendo, que sienten igual que nosotros y que no han pedido nacer ahí.

Solo quiero que esto acabe, que este dolor desaparezca y que deje de doler, ya han muerto muchos, demasiados, solo quiero que haya paz y que el mundo deje de sangrar.

La deshumanización está surgiendo desde la perspectiva que cada persona tiene de su propio concepto de la verdad.