“En el contexto de la opresión de aquel Régimen, surgieron personas que no quedaron al margen de la conciencia de clase. No..., no nos dejamos conducir por la obstinada ceguera Socio-política “y “No cabe duda de que quienes más disfrutan de la vida son quienes se entusiasman haciendo cosas por las demás personas” son algunas de las frases escritas en servilletas, cartas, dibujos y libros que he ido recibiendo de mi tío, Lorenzo Lechuga Villegas, fundador del Partido Comunista de Melilla y primer Secretario General de CCOO allí, en mi tierra natal.

Represión, Clandestinidad, lucha, justicia, libertad, optimismo, templanza, serenidad, son muchas de las palabras que he ido escuchando todo este tiempo mientras me explicabas y contabas las batallas de una época sellada por el dolor del miedo, pero la seguridad de la creencia de que las cosas son así, pero pueden estar de otro modo. “Ese orden perfecto de las cosas, ese producto hiato, sobre el cual no cabe sutura definitiva”. La dimensión ética, la necesidad de la justicia que hace que el mundo gire, con la posibilidad de poder agarrarlo fuerte, muy fuerte, para pararlo y demostrar, que sólo hace falta coraje, impulsos, sentimientos y lealtad, a unos principios propios, para que las cosas cambien de color y ese mundo de pocas personas acabe siendo para todas, sin excepción, sin peros y sin condicionantes. “Sobrevivir sin ofender a mi conciencia” es algo que he aprendido de ti. Gracias. Hoy más que nunca necesitamos personas como tú, capaces de llegar al límite de la batalla sin ofender al que tiene en frente. Batalla de ideologías, de pensamientos, de perspectivas, pero no batalla de personas. Todavía recuerdo la presentación de tu libro, Memorias Derrotadas y un público lleno e inmerso en aplausos y reconocimiento a tu trayectoria. Y si, representaban a todos los partidos políticos. Todos y cada uno de ellos te miraban emocionados porque en la esperanza de ganar, está el respeto de perder y la sabiduría de reconocer, que en el camino de la disparidad política, está el entendimiento entre las personas. Trabajador de toda la vida, donde compaginabas tú puesto en el ayuntamiento, con tus tardes en el sindicato y tus noches en la panadería. Soñador de la igualdad, apostaste por la no invisibilidad de las mujeres e hiciste de la tuya, mi tía, la mejor compañera política y sindicalista.

Horas enteras dialogando de política, del Gobierno, de las decisiones importantes, de la coherencia, y del PSOE. Si, simpatizante socialista de ahora y conquistador de opiniones. Gracias. Y por eso, por ti, entre otras personas, estoy donde estoy, convencida y orgullosa de mi partido, el de allí y el de aquí. Porque en las perspectivas de mejorar, está la opción de apoyar, dialogar y consensuar, siempre que las opciones estén encima de la mesa y la coherencia lo permita. Y en eso, ya sabes, he dado con las mejores personas. Te hablé de mi equipo, y tú mismo me dijiste “tienes suerte de estar al lado de tus compañeros y compañeras y esa suerte es mayor, cuando a la cabeza está José Antonio Carracao. Porque en esos tiempos dónde las dificultades imperaban, éramos nosotros y nosotras quienes los hacíamos fácil, en cambio, hoy, está mal visto llevarse bien. Pero no creas en eso, valora, respeta y trabaja por encima de los propios intereses. Ahí está la diferencia”. Hoy ya no estás, te fuiste pero no quedaras en memoria derrotada como el nombre de tu libro, serás memoria redimida. ¿Te he dicho gracias? Pues eso, Gracias por ser, estar y saber hacer de mi tu frase “La ideología ni se hereda, ni se contagia, ni se transforma, ni se exporta, sólo se adquiere si se desea”.