Javier Ángel Diez Nieto

Es un secreto de todos conocido, que la historia de las civilizaciones siempre ha transcurrido entre épocas de esplendor y caídas en la barbarie, para alcanzar con el tiempo un nuevo renacimiento. Esto es lo que estamos observando últimamente a nivel global. Sin duda, habría que escribir un capitulo tan serio como un libro científico, pero un artículo no da para tanto. Por ello de forma sucinta, daremos unas pequeñas pinceladas. Y así, este cambio hacia la barbarie lo estamos viendo con la creación de una nueva juventud de derechos, sin deberes. De esta manera, nuestro estado de bienestar está desempeñándose por una nueva época de barbarie de la que costara mucho tiempo salir. ¡El irreflexivo buenismo, donde la benevolencia ciega ocupa una sensación considerable, es su gran aliado!

Los síntomas de la llegada de una nueva época de barbarie son bien claros. Estamos bajo la dictadura de los “ni...nis”, (si…ni...nis que según las estadísticas España es la segunda más numerosa en ellos de todo occidente). Es decir, aquellos quienes, deslumbrados de su juventud, ni estudian ni trabajan, convirtiéndose en una mayoría de gentecilla nihilista y hedonista, que odiando lo que ignoran han alcanzado los gobiernos, imponiendo desde ellos sus caprichos a todos los demás. De esta forma, animados por el resentimiento y la insatisfacción, imponen el desorden social. ¡En fin, que tienen mucho tiempo y nada que hacer!  Son como una cascada de seudópodos gelatinosos, que pasan a través de la historia. Por otra parte, son los que forman las masas de acoso, tan eficaces en las calles con sus algaradas y enfrentamientos. Eso sí, todos ellos bien dirigidos por organizaciones y demás entes, perfectamente subvencionados para dicho trabajo. El drama es que estos “ni…nis”, como he dicho antes, han llegado a los gobiernos de los numerosos reinos taifas, regidos por recientes jefes de tribu, en los que se está convirtiendo España. ¡Si no lo creen, analicen los gobiernos locales y verán!

Por su parte, los grandes medios de comunicación comprados por las mediocres instituciones que nos gobiernan solo saben seguir las directivas que ordenan los que los subvencionan, haciendo que sus interesadas opiniones se conviertan en dogmas de verdades absolutas. ¡En el fondo, no son más que mera propaganda pagada institucionalmente! Son solo cuentos de ingeniería social, contados por idiotas para idiotas. Pero… ¿Quién muerde la mano que le da de comer? Lo terrible es que la propaganda necesita cada vez más y más dinero para mantener esos niveles de opinión favorables, que están infantilizando las cabezas con rígidos pensamientos irreflexivos. Se crea así, un camino de servidumbre social. “El rebaño”, dicen actualmente los medios cuando se refieren a los ciudadanos. Y el rebaño tiene una terrible ley… ¡Eliminar al que destaca y al que no llega! ¡No lo olviden! Sobre quien sobra o no, solo lo decide el que manda o gobierna el rebaño.

De esta forma, vemos como se crean enemigos inventados, cuya única finalidad es fanatizar a sus correligionarios. Mientras los actuales gobernantes, solo prestan atención a satisfacer sus propios apetitos de poder, compitiendo únicamente para ver como permanecer en sus sillones. Convierten de esta manera sus gobiernos en meros fielatos, solo dedicados al cobro de tasas e impuestos ¡Ignoran que su supervivencia, siempre dependerá de su utilidad para los demás! Pero mientras… podemos respirar… ¡La vacuna nos producirá la inmunidad del rebaño, aunque no nos saque del concepto manual del ganado lanar! Pero bueno…esto no es más que una postverdad más. Es decir…¡Lo que yo creo, no lo que es!.

Por mi parte, solo pienso en qué… ¿Cuánto tiempo habrá que esperar para el nuevo renacimiento de la civilización occidental? Y, sobre todo, si … ¿HABRA UN NUEVO RENACIMIENTO? Estoy seguro, de que antes o después lo habrá, porque Europa y sus campanas siempre fueron lo mismo. Mientras tanto, tendremos que esperar que desaparezcan estos gobernantes tibios de corto plazo, quienes por el deseado voto son incapaces de defender y administrar sus sociedades.