Ramón Rodríguez Casaubón-2
Ramón Rodríguez Casaubón
Ramón Rodríguez Casaubón

Me gusta la fruta y la verdura, no que Ayuso la utilice para llamar hijo de puta a nadie. Además de la grosería, el insulto, la chulería y matices clasistas, esta frase encierra una obvia connotación machista. ¿Por qué no hijo de puto? Es decir, ni me inmuto.

Me gusta la fruta y la verdura, pero tanto como ellas la lealtad y la justicia. De ahí que el hecho de presenciar como agricultores franceses asaltan camiones españoles para sustraerle su contenido y dejar regadas las autopistas de frutas y verduras españolas me enerva. La falta de lealtad hacia un socio de la UE, España, por parte de Francia y de su primer ministro Gabriel Attal, apoyando las declaraciones xenófobas y falsas hacia los productos españoles, me entristecen. La injusticia cometida contra trabajadores españoles, contra camioneros, no precisamente contra dirigentes del IBEX 35 (aunque entiendo que esto afecta a empresas que si pueden cotizar en bolsa), me enfurece. Supongo que muchos de los que me leen se sentirán igual.

Asistimos en directo a unas acciones que identificadas por los adjetivos anteriormente citados apelan directamente a nuestro cerebro más primitivo y a las emociones. ¡Imposible no reaccionar, no sentirse atacado! Precisamente eso es una parte de lo que se persigue, que el ciudadano se acerque tanto, tanto, a un estado emocional caracterizado por sentimientos de enfado de intensidad variable que no racionalice el hecho del que está siendo testigo. Lo del famoso “dedo que señala a la luna” Vamos a analizar la situación con la mayor objetividad posible y luego decidan si les gusta la fruta o hay alguno que disfruta y planifica.

Les recomiendo que para examinar un hecho, y en general cualquier actuación humana, partan del cuestionamiento. Plantearse preguntas. No den nada por supuesto. ¿Por qué los agricultores franceses se ceban con los productos españoles? ¿Por qué no presionan directamente a su Gobierno? ¿Por qué el ejecutivo francés permite lo que se está haciendo? ¿Por qué tanto el Presidente como el Primer Ministro galos no son contundentes ni en declaraciones ni en decisiones a la hora de parar esto? ¿Por qué el Gobierno de España no defiende a los suyos de manera vehemente? ¿Por qué la UE no se ha manifestado aún con respecto al conflicto? Podríamos seguir con un sinfín de porqués aunque lo interesante es percatarnos de que cualquier interrogante que proyectemos lleva imbricada la permisibilidad y permisividad (incluso potenciación por acción e inacción) de los Gobiernos implicados. Parece que no hemos avanzado nada pero el “dedo ya no señala a la luna” sino a los Gobiernos implicados. ¿Y cuáles son éstos? Los evidentes Francia y España, los que también están pero tal como se está informando no aparecen son: Bélgica, Irlanda, Austria, Polonia, Luxemburgo, Países Bajos, Argentina, Brasil, Paraguay o Uruguay.

¡Un momento, un momento! ¿No estábamos hablando de España y Francia? ¿El contexto no es Europa? Las respuestas son, sin duda, afirmativas. Sí hablamos de España y Francia, y el contexto es, efectivamente, Europa. Ahora bien, los afectados en positivo por esta crisis provocada ¡ojo, no espontánea! serán los anteriormente citados países europeos salvo España que entra junto a los iberoamericanos en el grupo de damnificados. Recuerdo que “el dedo apuntó a Gobiernos” y que para Francia, y demás reseñados como “beneficiados”, desbaratar el acuerdo europeo con Mercosur les garantiza pingües ingresos. A la par que debilitar la posible posición privilegiada de España si se consuma esta opción. Durante “nuestra” reciente presidencia de la UE se buscó con ahínco cerrar este “contrato con Iberoamérica” y que a la tercera fuese la vencida tras los fracasos de 2007 y 2019.

No será, pues, esto lo que ocurra, lo que sí que hubiese puesto en “pie de guerra” al campo francés y precipitado la llegada al Eliseo de la ultraderecha.  Finalicemos con un par de nuevas cuestiones: ¿Puede permitirse la Unión Europea una Francia con la ultraderecha en el poder?  ¿Una vez más la coyuntura internacional frena la proyección de España como potencia europea?

Parafraseando a Soul Etspes: “El destino no es sino el camino que otros nos marcan sin nuestro consentimiento dependiendo de él para su cumplimiento” o dicho de otra manera: “Si hago lo que dices me convierto en lo que hago”.

Pueden comprobar que para ser “un radical de ultraizquierda perroflauta” he utilizado innumerables veces alusiones a España, porque los progresistas también amamos a nuestro país del que nos sentimos orgullosos.

Me gusta la fruta y la verdura, no que Ayuso la utilice para llamar hijo de puta a nadie. Además de la grosería, el insulto, la chulería y matices clasistas, esta frase encierra una obvia connotación machista. ¿Por qué no hijo de puto? Es decir, ni me inmuto.

Me gusta la fruta y la verdura, pero tanto como ellas la lealtad y la justicia. De ahí que el hecho de presenciar como agricultores franceses asaltan camiones españoles para sustraerle su contenido y dejar regadas las autopistas de frutas y verduras españolas me enerva. La falta de lealtad hacia un socio de la UE, España, por parte de Francia y de su primer ministro Gabriel Attal, apoyando las declaraciones xenófobas y falsas hacia los productos españoles, me entristecen. La injusticia cometida contra trabajadores españoles, contra camioneros, no precisamente contra dirigentes del IBEX 35 (aunque entiendo que esto afecta a empresas que si pueden cotizar en bolsa), me enfurece. Supongo que muchos de los que me leen se sentirán igual.

Asistimos en directo a unas acciones que identificadas por los adjetivos anteriormente citados apelan directamente a nuestro cerebro más primitivo y a las emociones. ¡Imposible no reaccionar, no sentirse atacado! Precisamente eso es una parte de lo que se persigue, que el ciudadano se acerque tanto, tanto, a un estado emocional caracterizado por sentimientos de enfado de intensidad variable que no racionalice el hecho del que está siendo testigo. Lo del famoso “dedo que señala a la luna” Vamos a analizar la situación con la mayor objetividad posible y luego decidan si les gusta la fruta o hay alguno que disfruta y planifica.

Les recomiendo que para examinar un hecho, y en general cualquier actuación humana, partan del cuestionamiento. Plantearse preguntas. No den nada por supuesto. ¿Por qué los agricultores franceses se ceban con los productos españoles? ¿Por qué no presionan directamente a su Gobierno? ¿Por qué el ejecutivo francés permite lo que se está haciendo? ¿Por qué tanto el Presidente como el Primer Ministro galos no son contundentes ni en declaraciones ni en decisiones a la hora de parar esto? ¿Por qué el Gobierno de España no defiende a los suyos de manera vehemente? ¿Por qué la UE no se ha manifestado aún con respecto al conflicto? Podríamos seguir con un sinfín de porqués aunque lo interesante es percatarnos de que cualquier interrogante que proyectemos lleva imbricada la permisibilidad y permisividad (incluso potenciación por acción e inacción) de los Gobiernos implicados. Parece que no hemos avanzado nada pero el “dedo ya no señala a la luna” sino a los Gobiernos implicados. ¿Y cuáles son éstos? Los evidentes Francia y España, los que también están pero tal como se está informando no aparecen son: Bélgica, Irlanda, Austria, Polonia, Luxemburgo, Países Bajos, Argentina, Brasil, Paraguay o Uruguay.

¡Un momento, un momento! ¿No estábamos hablando de España y Francia? ¿El contexto no es Europa? Las respuestas son, sin duda, afirmativas. Sí hablamos de España y Francia, y el contexto es, efectivamente, Europa. Ahora bien, los afectados en positivo por esta crisis provocada ¡ojo, no espontánea! serán los anteriormente citados países europeos salvo España que entra junto a los iberoamericanos en el grupo de damnificados. Recuerdo que “el dedo apuntó a Gobiernos” y que para Francia, y demás reseñados como “beneficiados”, desbaratar el acuerdo europeo con Mercosur les garantiza pingües ingresos. A la par que debilitar la posible posición privilegiada de España si se consuma esta opción. Durante “nuestra” reciente presidencia de la UE se buscó con ahínco cerrar este “contrato con Iberoamérica” y que a la tercera fuese la vencida tras los fracasos de 2007 y 2019.

No será, pues, esto lo que ocurra, lo que sí que hubiese puesto en “pie de guerra” al campo francés y precipitado la llegada al Eliseo de la ultraderecha.  Finalicemos con un par de nuevas cuestiones: ¿Puede permitirse la Unión Europea una Francia con la ultraderecha en el poder?  ¿Una vez más la coyuntura internacional frena la proyección de España como potencia europea?

Parafraseando a Soul Etspes: “El destino no es sino el camino que otros nos marcan sin nuestro consentimiento dependiendo de él para su cumplimiento” o dicho de otra manera: “Si hago lo que dices me convierto en lo que hago”.

Pueden comprobar que para ser “un radical de ultraizquierda perroflauta” he utilizado innumerables veces alusiones a España, porque los progresistas también amamos a nuestro país del que nos sentimos orgullosos.