Es curioso que aún a día de hoy haya quien recrimine el posicionamiento o tendencia feminista que algunas llevamos implícito en nuestra forma de ser o hacer. Pero lo realmente asombroso es que en ocasiones, ese reproche provenga de quienes comparten tu mismo sexo, de aquellas mujeres que no se han detenido un solo instante en profundizar en las causas que motivan esta batalla. Es frustrante y desmoralizador para quienes pretendemos enarbolar esta bandera, para quienes intentamos luchar y reivindicar la igualdad de nuestros derechos como mujer, oponiéndonos a la dominación del género masculino en la injusta asignación de roles sociales y laborales. Es cuanto menos desconcertante que se perciba nuestra acción como amenazadora de la convivencia entre ambos sexos.

Sin ir más lejos, hace unos días alguien me hacía llegar su profundo rechazo en esta cuestión. Su mensaje no era otro que mostrar su conveniencia a refrenar este ímpetu de lucha que no hace más que construir en pro a una radicalización que enturbia esta convivencia democrática. Una postura que de haberse tenido en cuenta allá por 1933, con casi total probabilidad, hubiese cambiado el rumbo de este país.

La igualdad de género es fundamental para la realización con normalidad de los derechos humanos de todas las personas , sin embargo, algo que a priori debería entrañar cierta normalidad, alcanza un grado extremo de complejidad en nuestra practica diaria. Y a los hechos me remito; Si valoramos la figura de la mujer en el ámbito laboral se evidencia una notoria e injustificada diferencia con respecto al hombre. Un reciente estudio arroja datos en esta materia que aunque no entrañan novedad alguna para las que como yo, entendemos que queda un espinoso camino por andar, sí debería hacerlo para las que por el contrario creen que el camino hacia la igualdad ha de llegado a su fin.

Es por ello, una indecencia, que en nuestro país, las mujeres accedan al mercado laboral en peores condiciones que los hombres, con salarios más reducidos y ocupando puestos de trabajo que conllevan menor responsabilidad.

Quizás también sea casual que el empleo temporal sea mayoritario en el género femenino, de la misma manera que también hay predominancia en la contratación a tiempo parcial. En estos últimos años, el desempleo femenino ha aumentado en 5,42 puntos, en hombres lo hizo un 3,13 .

Y por si con esto no era suficiente, en nuestra ciudad, la misma que lleva más de una década sometida a la negativa influencia de las políticas de derecha del partido popular, presenta una de las tasas de paro femenino más altas de España , con un 36,3%.

Llegados a este punto, me pregunto: ¿De veras no sobran motivos que justifiquen esta acción conjunta?, ¿ no faltan razones para unirte a la causa? Es fundamental crear conciencia y movilizar apoyos para la erradicación de medidas discriminatorias que nos permitan avanzar hacia un futuro donde la libertad y la igualdad de las mujeres no pesen menos que las del género opuesto.