Antonio Gil Mellado / Imagen de archivo
Antonio Gil Mellado
Antonio Gil Mellado

Recuerdo que, entre los amigos con los que en ocasiones nos veíamos para salir a pasar un día de pesca, había siempre alguno que se pasaba la jornada mirando y comentando cómo les iba a los demás pescadores de las embarcaciones que se encontraban a nuestro alrededor, por la misma zona. ¡Qué coraje! Lógicamente siempre era el que menos piezas conseguía, a pesar de las advertencias de los demás y de que siempre recibiera algún que otro ‘reproche’ como: “¡Te quieres dedicar a lo tuyo hijo...!” Pues nada, no había manera.

En política pasa algo similar, parece que no se dan cuenta que lo que hacen no tiene nada que ver con el motivo para el que fueron elegidos y andan distraídos con otras cosas y no con el programa con el concurrieron a las elecciones, ni con lo que les preocupa y afecta a su pueblo, eso lo dejan en un segundo plano.

Si comparamos la acción política y sus resultados con el desarrollo de la vida en sociedad, nos damos cuenta de algo que es común a estos. Cuando desaparece la clase media, aparecen los extremos: los muy pobres y los muy ricos. En la política ocurre igual, cuando desaparece la centralidad y el sentido común, también aparecen los extremos: la extrema izquierda y la extrema derecha, ambos casos tienen mucho que ver. ¡Conclusión!, los extremistas no nacen, se hacen, surgen cuando las cosas van mal y la gente ya está harta y confundida.

Las causas de los problemas en un territorio o país, aunque pueden ser de naturaleza distinta, casi siempre vienen de la mano de la llegada de advenedizos, oportunistas que nada tienen que ver con ideología alguna. Incluso del PSOE se dice que ha sido colonizado, que se han infiltrado gente de derecha y de extrema izquierda creando el cisma que estamos observando en la actualidad.

Últimamente estamos asistiendo al reproche de algunos de los 22 ministros del Gobierno de Pedro Sánchez sobre la actitud del presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García Page, por cuestionar algunas de las decisiones del Gobierno en favor de los delincuentes independentistas catalanes, como el proyecto de Ley de Amnistía y algún que otro exceso más. Dice él: por encontrarse en la “periferia de la constitución”, o sea por tratarse de “leyes pértigas” poco ejemplarizantes, cuyo objetivo no es otro que saltar por encima de lo que haga falta.

Es lamentable como, en estos momentos, se puede disociar a socialistas de nuestro país del PSOE. A García-Page, el que para muchos es considerado un rayo de luz en la oscuridad, se le está atacando simplemente por discrepar ¿Se puede creer? Una avanzadilla compuesta por el que parece haber salido de un cuadro del Greco, pero que sonríe, el decepcionante y ampliamente cuestionado y la ‘nerviosa’ pusieron toda su sapiencia en sacar de la chistera algún chascarrillo que le sirviera para menospreciarlo, lanzándole reproches y descalificativos como es el de desconocimiento e ignorancia, acusándolo además de buscar notoriedad y de encontrarse en la periferia del partido… Esto último sonó a preaviso de despido.

Pero… ¿hasta dónde hay que llegar? En fin, yo no sé cuánto va a durar esta tragicomedia, sobre todo por el daño que se le está infringiendo al PSOE y a las bases que lo sostienen desde hace 145 años, aunque estos suelen estar calladitos. Es más, algunos dicen: “Si hay que esperar a que el barco se hunda…, se espera, porque el mal ya está hecho”. ¡Si el tipógrafo levantase la cabeza!

¡Ah! dicen que lo que pasa en los partidos, en la política, es fiel reflejo de cómo es el sentir del pueblo español. Si es así…, bien nos vale empezar a cambiar cuanto antes de forma de pensar, nos va la vida en ello.