9 de diciembre. Compras navideñas, luces iluminando las calles por doquier. He de decir que me encantan estas fechas no por lo religioso, ni por los regalos, sino por poder tener a la familia unida en casa, por esa sensación de calor que se nota en el ambiente. Pero, he de decir también, que odio estas fechas por el espíritu consumista que domina al ser humano, por los millones de anuncios que van inspirando esperanza cuando ves que, en estos tiempos de crisis, en los que tenemos millones de personas en paro, tiempos en los que ves vagabundos con mucha más frecuencia por las calles que hace unos años, sin techos, desamparados por equis causas.

Cuando veo eso solo siento la necesidad de que tengan un hogar, de que ellos también se reúnan con sus familiares y sientan esa necesidad de calor como los que pueden tenerlo. De que, al menos, se sientan como “en casa” durante el día de Navidad. Desde aquí, aclamo que desde nuestras posibilidades ayudemos a toda esa gente que de verdad lo necesite. No es justo que millones de familias se hayan quedado en la calle por intentar dar de comer a varias bocas y que estén ahora deambulando por las calles, hagamos lo posible por ellos. ¡Gracias!