Antonio Gil Mellado

En nuestra ciudad, a Pedro Sánchez habrá que recordarlo y valorarlo por los gestos que ha tenido hacia los ceutíes. Con crisis y sin crisis, siempre encontró un hueco para visitarnos, e incluso, mucho antes de posicionarse a la máxima responsabilidad del partido, lo hizo cuando vino traído por el compañero secretario general de entonces, Pepe Carracao, como ponente para debatir sobre la economía, fiscalidad y el empleo en nuestra ciudad y donde, yo mismo junto a José María Mas, disertamos y analizamos sobre el futuro de Ceuta. La jornada se celebró en las dependencias de la Cámara de Comercio. Entonces, Pedro Sánchez era un total desconocido para nosotros, pero su apuesta, el conocimiento y el interés por el futuro de la ciudad quedó rotundamente claro para los asistentes al acto.

Ahora, asumir el coste de una apuesta personal del presidente del Gobierno, que ha cambiado el sino político de nuestra posición histórica en el Sáhara Occidental, no hace más que refrendar, en la parte que nos toca, ese mismo compromiso. Compromiso que les cuesta asumir, eso sí, con la boca pequeña, a unos grupos políticos anquilosados, con problemas para discernir sobre lo que más conviene en estos días a España, sin que eso suponga descuidar otras obligaciones.

Una posición valiente que descansa, después de décadas de incertidumbre, junto a la ya tomada por sus socios comunitarios Alemania y Francia, Estados Unidos e Israel, etc. Un respiro…, un descanso sobre una responsabilidad no compartida, ni siquiera, por las Naciones Unidas a las que, al final, un movimiento astuto, valiente y personal del presidente de nuestro país, Pedro Sánchez, ha puesto en evidencia, dejando ver con absoluta claridad, la responsabilidad de este organismo internacional en la ¡no! resolución definitiva del penoso y anquilosado conflicto del Sáhara.

El presidente de nuestro Gobierno, Pedro Sánchez, y el Rey de Marruecos, Mohamed VI, sellan un pacto de buena vecindad entre los dos países, que quieran o no, va más allá de los intereses comerciales o estratégicos de ambas naciones, un acuerdo que, básicamente, deberá inspirarse en el respeto mutuo y el reencuentro entre ambos países.

La mayoría de los ciudadanos de Ceuta celebra esta nueva posición del Gobierno como un acto valiente, necesario y respetuoso. Una salida beneficiosa para ambos países que deberá conllevar un acuerdo de integración voluntario de los saharauis. Un pacto de hermandad que acabará con un problema que sólo está causando desgaste y sufrimiento innecesario a dos pueblos que ven cómo los efectos de esta contienda histórica los hace padecer.

Ahora, a los españoles nos toca observar cómo se produce la integración de ese territorio del Sáhara Occidental dentro del organigrama del territorio de Marruecos como una comunidad autónoma, fruto de un acuerdo, con todos los parámetros democráticos y de gestión administrativa que satisfagan al pueblo saharaui. Eso sí, con el visto bueno de las Naciones Unidas, sólo así será posible una paz duradera.

Ceuta, también, celebró con su presiente, Juan Jesús Vivas al frente, el cambio de estrategia del presidente Sánchez con respecto a este conflicto, hecho que, aunque fue contestado y afeado por sectores de la oposición y por algunos dirigentes de su propio partido, no impidió que se mantuviera firme en una posición de interés para el estado español.