José Antonio Carbonell Buzzian
José Antonio Carbonell Buzzian
José Antonio Carbonell Buzzian

Tal y como sucedió en Jerusalén, según los cuatro evangelios canónicos Judas traicionó a Jesús ante el Sanedrín a cambio de treinta monedas de plata. El discípulo condujo a los esbirros enviados por el Sumo Sacerdote al Jardín de Getsemaní, donde se encontraba Jesús y lo identificó por medio de un beso, saludándolo como “maestro”, traicionándolo. Más tarde se ahorcaría.

La traición ha convivido con nosotros desde siempre y en el pasado cuando vivíamos en tribus, incluso antes, cuando éramos más animales que humanos, estos lazos eran fundamentales para que la tribu y sus individuos sobreviviesen. La traición de un miembro de la tribu podía significar la total desaparición de esta por completo.

A pesar de que la traición es absolutamente despreciable, hoy no tiene esos mismos efectos de antaño, hasta el punto de hacer desaparecer una tribu entera, pero el hecho de que a nuestras espaldas hablen mal de nosotros, aun sin tener mayor repercusión, nos parece deleznable, sencillamente un acto de cobardía.

En la esfera política también se sabe que la hipocresía campa a sus anchas y que es directamente proporcional a la traición. Delante de unos se habla mal del que no está presente y después con este ponen a caldo a otros.

Y entre bulos y traiciones se fue tejiendo una gran mentira y muy fea, por la que hoy Guerrero está preso, privado de su libertad. Confió en quien no debía, es un hombre de honor e iba a pecho descubierto y a pesar de su gran experiencia creyó en alguien y se equivocó. En cuanto a su honor, este sigue intachable. Son muchos los que no quieren verlo en libertad. ¿Miedo a que tire de la manta? Ya nadie recuerda porqué entró en prisión. Ya no se habla de aquella burda mentira. Solo se siguen inventando otras cosas. Todo se ha desvirtuado. ¿Por qué sigue en prisión? Ahora existe el miedo a que se fugue. Pero no se ha demostrado nada de lo que se dijo. La verdad solo tiene un camino y cuando todo se aclare, todos esos traidores y aquellos que lo señalaban con su dedo acusador, darán un paso atrás y se esconderán como ratas de alcantarilla. No soy familiar ni tampoco amigo, pero no lo necesito. Aquí no vale eso de que el fin justifica los medios. Aquí el todo vale, no sirve. Yo apuesto por el: “no hagas lo que no quieres que te hagan a ti o a alguno de los tuyos”.

Y tal y como escribió William Hazlitt: “el silencio de un amigo equivale casi siempre a una traición”.

A todos los que han traicionado la confianza de Guerrero, decirles que la justicia divina no tiene nada que ver con la que se practica en una sala de un juzgado y que antes o después tendrán que rendir cuentas por todo el mal que han causado tanto a él como a sus seres queridos. Se llama karma e influye en las sucesivas existencias del individuo.