Antonio Gil Mellado / Imagen de archivo
Antonio Gil Mellado
Antonio Gil Mellado

Un invento, un ensayo nunca visto pone en jaque a la Constitución Española y todo lo logrado hasta este momento en nuestro país. Una operación de baipás llevada a cabo por Pedro Sánchez y dirigida desde Waterloo, diseñada para puentear a la Constitución y que puede acabar con la vida de un paciente que, hasta ahora, gozaba de buena salud.

Y es que, si sumamos la respuesta de toda la oposición, antes de la conformación de Gobierno y después, el rechazo que genera en los ciudadanos la Ley de Amnistía y los indultos, proyectos de ley muy discutidos donde se logra la impunidad de unos delincuentes golpistas y si a eso le sumamos lo manifestado por Puigdemont de perseverar en su desleal propósito, el coctel está servido. Se podría decir que el presidente del Gobierno podría encontrarse en medio de una senda de tierras movedizas que terminaría engulléndolo.

El panorama no pinta bien… ¿Acaso es recomendable, medianamente aconsejable, pactar con Puigdemont? ¿Se puede permitir nuestra democracia asumir las excentricidades cargarlas con goma-2 dirigidas hacia la línea de flotación de nuestro sistema democrático por este delincuente…?

Parece que sí. Este personaje se va a arrogar el despropósito de poner un baipás a nuestra sana democracia para dejarla enferma de muerte y sin que nadie lo remedie. ¿Quién nos iba a decir lo que iba a dar de sí? No cabe duda que en este vulgar personajillo se ve reflejada la necesidad transformada en virtud.

 Y el poderío que exhibe este caricaturesco y caprichoso personaje, que ha sido capaz de poner en un brete una y otra vez al presidente de nuestro país y a su gobierno desde que tuvo consciencia de que él sería el socio preferente y la pieza clave para una nueva investidura. Lo que hasta ese momento era aceite y agua se convirtió en súper-glue, tras muchas idas y venidas a Waterloo.

Por otra parte, ¿quién iba a pensar que el principal delincuente de nuestro país, el prófugo, golpista y malversador, al final sería fuente de inspiración obligada de una nueva política para un puñado de jueces y magistrados españoles ‘afines’ a la que comenzara a ser la nueva causa? ¿Quién nos iba a decir que un puñado de funcionarios de justicia estarían dispuestos a ‘prevaricar’ comulgando con ruedas de molino y haciendo ver a los ciudadanos que la justicia es una utopía en nuestro país y que éstos se puedan convertir en mercenarios del gobierno de turno según les convenga?

Al menos, sabemos que quienes no se someten son calificados de “cuervos con toga” según ha dicho el propio delincuente, lo cual, viniendo de quien viene es un elogio y nos hace mantener cierta esperanza en que todos no son iguales.

Pues bien, ahora está por ver cómo acabará todo esto, con las negociaciones en curso y la identidad de verificadores-mediadores del ‘conflicto’ en los medios ¿Qué puede salir mal?

Mientras tanto, el proletariado socialista sigue en estado de fe hasta cuando haga falta ¿Se puede pedir más? Muchos incondicionales seguidores de Pedro Sánchez están esperando una señal para dejar el modo en que están y poder comenzar a pensar por sí mismos en lo que está pasando.

En fin, todo muy confuso… está todo muy confuso. Aunque me decía un buen amigo mío que todo… puede cambiar y dar un giro copernicano una vez que Pedro Sánchez ya ha sido investido. A ver si lo que ha sido una constante en nuestro presidente no puede ser ahora motivo de celebración y de júbilo, a ver si a estas alturas nuestro más singular y visionario estratega no va a poder cambiar de opinión.

Dice también mi incorregible amigo que Pedro Sánchez es una mezcla de Pinocho, Amelín y Maquiavelo. Yo le digo que ¡no! Y me enfado con él.